A la hora de comer vino a relevarme Raúl. Yo no podía esperar para contarle con detalle las nuevas noticias que ya le había adelantado por el móvil. Los dos estabamos contentísimos con las perspectivas del alta el lunes y porque el niño estaba evolucionando tan bien.
Le di un beso y me fui directa a casa para asearme, comer e ir a buscar a Daniel a la guardería. Mi madre y yo salimos con tiempo de sobra para que nos diera tiempo a disfrutar de un café antes de ir a por el niño. Nos lo tomamos tranquilamente en una cafetería ubicada al lado de la puerta de la guaredría y cuando me iba a levantar mi madre cayó en la cuenta de que con las prisas se nos había olvidado la merienda del peque. Le pedí que le fuera pidiendo un sandwich mixto bien calentito mientras iba a por él.
El niño se alegró de que su mami fuera a por él. Me preguntó por la abuela "Tilde" y le dije que nos esperaba en una cafetería. "Fetería, fetería" coreó encantado. En cuanto la vió corrió a una de las sillas y se sentó si darnos tiempo a reaccionar. "Cau, cau" pidió, "Cau fetería". Nos hizo tanta gracia que le pedimos el cola cao. El pequeñajo se había acomodado tan a gusto en la terracita a pesar del frío. Estábamos sentadas fuera porque mi madre fuma. Ella ha ido un montón de veces a ese bar a desayunar, así que la camarera ya la conoce. Y le debe habver caído en gracia porque no dudó en regalarle al chiquillo una galleta de chocolate con una pinta buenísima.
Daniel disfrutó de su "cau", su sandwich mixto y su galleta. Incluso hizo pis en el baño de la cafetería. Curiosamente muy limpio. Cuando terminó de merendar nos levantamos y pusimos rumbo a casa. En el camino, el peque se empeñó, como siempre en subirse a uno de los muchos coches de echar dinero que hay. Cómo la abuela no le niega nada el chiquillo se encaramó al primero que vió y consiguió el ansiado euros. "Ya subimos ayer a este coche y no dura nada, me comentó mi madre" Enseguida me di cuenta de por qué. Era uno de esos que te dan dos viajes por dos euros. Si no lo sabes te crees que ha acabado y te marchas dejando dinero para el siguiente niño. Mi madre se rió con mi explicación y se alegró de haber hecho feliz a otro niño aquella vez. Cuando se terminó la segunda tanda de balanceos, Daniel se bajó del coche y se subió corriendo a una moto. "Más, mas, maaas dinero" exigía. Yo le decía que no, que ya no quedaba más dinero para maquinitas. De repente, el niño tocó un botón y la moto se puso en marcha. Se quedó alucinado. A otra persona le había pasado lo mismo que a mi madre. No sabía lo de los dos viajes por un euro y había bajado a su niño a la mitad. "Mira, al final te han devuelto los cincuenta céntimos" le comenté.
Volvimos a casa paseando. El niño iba encantado. Al final llegamos casi a la hora del baño. Daniel estaba cansadísimo y nos pidió la cena enseguida. Tampoco tardamos mucho en meterlo en la cama.
Le di un beso y me fui directa a casa para asearme, comer e ir a buscar a Daniel a la guardería. Mi madre y yo salimos con tiempo de sobra para que nos diera tiempo a disfrutar de un café antes de ir a por el niño. Nos lo tomamos tranquilamente en una cafetería ubicada al lado de la puerta de la guaredría y cuando me iba a levantar mi madre cayó en la cuenta de que con las prisas se nos había olvidado la merienda del peque. Le pedí que le fuera pidiendo un sandwich mixto bien calentito mientras iba a por él.
El niño se alegró de que su mami fuera a por él. Me preguntó por la abuela "Tilde" y le dije que nos esperaba en una cafetería. "Fetería, fetería" coreó encantado. En cuanto la vió corrió a una de las sillas y se sentó si darnos tiempo a reaccionar. "Cau, cau" pidió, "Cau fetería". Nos hizo tanta gracia que le pedimos el cola cao. El pequeñajo se había acomodado tan a gusto en la terracita a pesar del frío. Estábamos sentadas fuera porque mi madre fuma. Ella ha ido un montón de veces a ese bar a desayunar, así que la camarera ya la conoce. Y le debe habver caído en gracia porque no dudó en regalarle al chiquillo una galleta de chocolate con una pinta buenísima.
Daniel disfrutó de su "cau", su sandwich mixto y su galleta. Incluso hizo pis en el baño de la cafetería. Curiosamente muy limpio. Cuando terminó de merendar nos levantamos y pusimos rumbo a casa. En el camino, el peque se empeñó, como siempre en subirse a uno de los muchos coches de echar dinero que hay. Cómo la abuela no le niega nada el chiquillo se encaramó al primero que vió y consiguió el ansiado euros. "Ya subimos ayer a este coche y no dura nada, me comentó mi madre" Enseguida me di cuenta de por qué. Era uno de esos que te dan dos viajes por dos euros. Si no lo sabes te crees que ha acabado y te marchas dejando dinero para el siguiente niño. Mi madre se rió con mi explicación y se alegró de haber hecho feliz a otro niño aquella vez. Cuando se terminó la segunda tanda de balanceos, Daniel se bajó del coche y se subió corriendo a una moto. "Más, mas, maaas dinero" exigía. Yo le decía que no, que ya no quedaba más dinero para maquinitas. De repente, el niño tocó un botón y la moto se puso en marcha. Se quedó alucinado. A otra persona le había pasado lo mismo que a mi madre. No sabía lo de los dos viajes por un euro y había bajado a su niño a la mitad. "Mira, al final te han devuelto los cincuenta céntimos" le comenté.
Volvimos a casa paseando. El niño iba encantado. Al final llegamos casi a la hora del baño. Daniel estaba cansadísimo y nos pidió la cena enseguida. Tampoco tardamos mucho en meterlo en la cama.
Que gusto dan las tardes así!! me alegro de que Iván vaya mejor, está ya en casa??
ResponderEliminarMira tú, al final la abuela no perdió el dinero... ja, ja, ja... Y el nene estará encantado de estar con su abuelita.
ResponderEliminarBesotes.
Que hermoso! dsifrutar de los pequeños detalles con tu niño! eso es lo más bello de volver a ser niño! besotes
ResponderEliminarEs maravilloso poder disfrutar de un hijo así. Con sorpres incluída con lo de la moto jaja.
ResponderEliminarLondon, el peque ya esta en casa. ¡¡¡Bieeeen!!!