Los niños andaban tan interesados en vislumbrar estrellas este verano que no perdimos la oportunidad de llevarlos a un merendero de Catí donde nos aseguraron que el cielo estrellado se veía de lujo.
Llenamos el maletero de comida muy poco sana, metimos las linternas en la mochila y allí que nos fuimos.Cuando llegamos comprobamos que no éramos los únicos que habíamos tenido la feliz idea. Aquello estaba lleno de familias sonrientes y animadas que cenaban a la luz de las linternas y faroles sin quitar ojo al cielo.
Nos sentamos en una de las pocas mesas que estaban libres, preparamos la pitanza y dimos buena cuenta de ella. Para los peques estaba siendo una aventura maravillosa y de vez en cuando se alejaban un poquito con las linternas para volver corriendo a nuestra vera ante cualquier ruido sospechoso. tras la cena las acompañamos un poco en sus investigaciones mientras buscábamos el lugar perfecto para tumbarnos boca arriba y admirar las estrellas fugaces.
No lo encontramos, pero en el que nos tumbamos no se estaba del todo mal. Como no habíamos llevado manta, un fallo garrafal, las piedrecitas y maleza nos molestaban un poco. Así que cda niño se acomodó encima de un progenitor para estar más a gusto. Y así estuvimos mucho rato admirando las estrellas, pero sin vislumbrar ninguna que se moviera. De vez en cuando Raúl aseguraba haber visto una y el resto nos desesperábamos por habernosla perdido. O oíamos emocionados gritos lejanos y nos preguntábamos por qué nosotros no veíamos ninguna. De repente, un enorme haz de luz cruzó el cielo justo en medio de nuestro ángulo de visión. Fue precioso. Estábamos todos emocionados. Todos menos Daniel, que le faltaba el canto de un duro para entrar de cabeza en el reino de Morfeo. "Ummmm, sssssi, sssssi. La he visstoo... zzzz", me respondió cuando le pregunté.
Estuvimos otro buen rato esperando que se obrara de nuevo el milagro, pero nanai de la china. Nos tuvimos que conformar, porque me daba mido que el bello durmiente cogiera frío. Iván no quería ni oir hablar de irnos sin ver caer otra estrella. Además, se lo estaba pasando pipa con la aplicación para buscar estrellas que papá tenía instalada en el móvil. Pero no le quedó mas remedio que sentarse en su sillita. No paró de parlotear de estrellas hasta que se puso en marcha el coche. Entonces, como por arte de magia, se quedó totalmente frito.
Nos tocó cargar con ellos hasta las camas. ¡Y ya pesan un montón! Al día siguiente Daniel aseguraba que él no vio ni estrella fugaz, ni lluvia de estrellas, ni nada de nada. Le debió vencer el sueño nada más tumbarse sobre mí. Se ve que soy muy cómoda.
Que buen idea tuvisteis. La verdad es que yo me las perdí. Otra vez será... jajaja
ResponderEliminarBesos y buen finde
Creo que pasa todos los veranos, así que seguro que antes o después te tumbas en un cesped bien cómodo y disfrutas del espectáculo :D
EliminarQué bonito!!! La verdad es que la contaminación lumínica en las ciudades es una lástima. A duras penas se consiguen ver dos estrellas juntas. Un besote!!!
ResponderEliminarEs verdad. Como mucho ves una o dos y tampoco te paras a mirar al cielo. Bueno, mis hijos sí jajaja
EliminarHola. yo nunca veo nada de nada... para los niños es toda una experiencia y más estar al aire libre a esas horas... ya leo que terminaron rendidos... seguimos en contacto
ResponderEliminarSi no me llega a cruzar la estrella fugaz justo justo delante de mis narices yo tampoco hubiera visto nada jajaja No sirvo para ir indagando por los cielos. Raúl vio tres!!! Si no le conociera pensaría que nos está engañando jajaja De todas formas, una tía mía me dijo que la lluvia no se ve bién hasta entrada la madrugada.
EliminarJajaja, claro si es que con mami, papi después de cenar y viendo las estrellas yo también me hubiera dormido !!!
ResponderEliminarSe estaba muy a gustito jajaja
EliminarJajaja, claro si es que con mami, papi después de cenar y viendo las estrellas yo también me hubiera dormido !!!
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