Este fin de semana se celebraron las jornadas Ludo Ergo Sum en Alcorcón y allí que nos presentamos o al padre le daban los siete males. En esta ocasión los niños disfrutaron mucho más, sobre todo el más pequeño que ya tenía edad como para emocionarse en las partidas. En esta ocasión como entrada pedían un kilo de lo que quisieras: arroz, harina, azúcar, pasta... Pero, por lo visto hubo mucha gente que no se enteró y les dejaron entrar igual. Me parece bien, porque una vez te plantas allí, como te digan que no dejan entrar... Nosotros sí los llevamos porque nos parece una idea solidaria estupenda.
Allí nos llevamos muchas sorpresas agradables como el encuentro con un antiguo profesor de la guardería de los peques al que Daniel tenía mucho amor o con la máster que llevaba las partidas de Pequeños detectives de monstruos en las TdN.
Nos ha dado tiempo a probar pocos juegos porque les gustaban tanto todos que se empeñaban en jugar a lo mismo una y otra vez, hasta que papá o mamá decidían que era hora de cambiar. Siempre protestaban, pero el nuevo juego hacía que sus ojitos se iluminasen de nuevo.
Empezamos con La Torre Encantada, un juego que nos recomendaron con los ojos cerrados en la ludoteca. Y no me extraña porque es buenísimo. Un jugador se convierte en un malvado brujo que esconde una llave por el escenario. El resto son el aventurero que tiene que adivinar dónde está la llave antes de que llegue el malechor a por ella. El que la coja primero prueba una de las cerraduras de la torre y si logra hacer saltar a la princesa... ¡ha ganado! Si no, el mago malvado vuelve a esconder la llave... Y otra vez a empezar.
Tras cuatro partidas seguidas en las que Iván se empeñó en ser el mago tres veces para esconder la llave, les convencimos para cambiar el juego por Carrera de dinosaurios.
Les llamó mucho la atención porque en la caja encontraron unas figuras de dinosaurios chulísimas. Se las dimos para que jugaran mientras el padre leía las reglas. Cuando nos las explicó comenzó la carrera. A base de cartas, puñaladas traperas, un volcán en erupción que nos pisa los talones... Hay que conseguir llegar los primero a la meta, a ser posible con el huevo. Nos gustó mucho, pero al padre y a mí no nos pareció del todo equilibrado. El huevo era casi imposible que cambiara de equipo y avanzar más o menos dependía de la suerte y de las cartas que te iban tocando. Aún así, tocó jugar dos veces más y dejar que los peques se inventaran juegos nuevos con las piezas de la caja. Se lo pasaron bomba retándome a jugar con sus reglas y ganando siempre ellos, por supuesto.
Tampoco faltó echar un par de partiditas al aviador loco. Lo tenemos en casa, pero en cuanto mis peques lo vieron montado en una mesa se tiraron en plancha. Es que es divertidísimo. El chico de la mesa representaba a la ONG Jugando Juntos, que realizan una maravillosa labor llevando juegos de mesa y jugando con niños en hospitales y cárceles.
Lo mejor de todas las jornadas fue encontrarnos allí a Manu Palau (Brain Picnic), creador de Mix It e Icónikus y que nos invitara a probar el prototipo de su nuevo juego. Los niños se prestaron enseguida a ser conejillos de indias. Les gustó tanto el nuevo juego que cuando nos íbamos estuvieron todo el trayecto de coche pidiendo jugar cuando llegáramos a casa. Cuando les dijimos que no teníamos se enfadaron porque no lo habíamos comprado. No hubo manera de hacerles entender que todavía no estaba a la venta.
Menos mal que se conformaron con Card Line Marvel, un juego que acaban de sacar y ya lo tenían en la ludoteca de las LES 2015. Cuando lo abrimos vimos que estaba sin desprescintar. ¡Éramos los primeros en cogerlo! E iban a ser mis fieras las que lo iban a manipular. ¡Que miedo! A pesar de que estuvieron horas y horas jugando con él, siguiendo las reglas o inventándoselas como ya viene siendo costumbre en ellos, las cartas siguieron intactas hasta el final.
El último juego que probamos también nos pareció muy curioso, se llama Loony Quest y consiste en que cada uno de los jugadores tiene como una pizarrita transparente y un rotulador para dibujar lo necesario para pasarse cada panel. Te pueden pedir que hagas un camino sin tocar las bombas, que dispares a unos jarrones o que rodees flores por ejemplo. Por cada acierto te suman puntos y por cada fallo te los restan. No es nada fácil. Yo que tengo muy poco orientación espacial me chocaba con todo lo lo malo. ¡Excepto en el malo final! Entonces se obró el milagro y lo coecté a la perfección con todas las bombas. Incluso escribí un efectista Ka-boom. Los dejé a todos alucinados jajaja
Cuando empezaron los actos de clausura mis hijos estaban demasiado excitados y habían estado demasiado tiempo sentados como para poder estarse quietos. Fue una misión imposible escuchar lo que decían. Menos mal que fue corta. En cuanto vieron que acababa se escapó uno para cada lado, perdí de vista a Iván y casi me da un ataque de nervios. Menos mal que al final estaba con su padre.
Al final del día los peques se llevaron una buena regañina por esa costumbre que tienen de perderse de mi vista y que me está quitando años de vida.
Qué divertido!!! Yo no sé si se lo pasan mejor los niños o vosotros. Jajajaja. Besotes!!!
ResponderEliminarNosotros, nosotros jajaja
EliminarHola. al final os conoceis todo... menuda casualidad con el antiguo profe... Me parece una gran idea lo de llevar un kilo de alimentos... Ya se aprecia que hay juegos y actividades muy divertidas... seguimos en contacto
ResponderEliminarSi es que el mundo es un pañuelo y los mundillos más todavía ;)
EliminarLa cara solidaria de todas estas jornadas es lo mejor de todo