domingo, 29 de mayo de 2011

Las patadas

Qué peligro tiene Danielito con sus perretas. En cuanto le levantas del suelo en contra de su voluntad empieza a patalear de forma desaforada. Y en alguna ocasión me ha alcanzado la barriguita de pleno. Es algo que me preocupa profundamente. Ahora le cojo de una manera diferente para mantener sus piececitos lejos del hermanito.

La verdad es que el chiquillo se pone muy pegó a veces. Lo peor es que cuando le riñes o finges que te ha dolido más de la cuenta o se ríe o sigue empecinado en pegarte. A mi me muerde, me tira del pelo, me araña, me golpea... ¡Menos mal que me quiere! Si no fuera así vaya palizas me metería.

Es muy difícil llevar esta situaciones. No le puedes devolver los golpes. Ni siquiera flojito, porque se cree que tu también estas jugando. Tampoco le puedes gritar porque deja de escuchar para ponerse a berrear. Y si se lo explicas con voz calmada parece no entenderte y sigue a lo suyo. En mi caso le castigo a pensar. Lo inmovilizo en mi regazo y le explico por qué se encuentra en esa situación tan incómoda, pero tampoco parece surtir mucho efecto.

Tampoco es que tenga la manos más larga que el resto de los chiquillos de su edad, pero hay vecs que a mi me tiene martirizada. He hablado con muchas madres y estánen mi situación. El otro día me encontré a una con un ojo morado de una patada que le había soltado su retoño. Así que a mi que me explican lo que ven de tierno en la infancia. Yo veo una panda de cafres inconscientes.

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