He tenido que arrastrarme detrás del peque estos dos días con la inestimable aunque insuficiente, desde mi punto de vista, ayuda de Raulito. Le he sacado al parque todo lo que me ha permitido el dolor (que al final ha resultado ser producto de una mezcla de infección de orina y hongos, por lo visto cosas muy normales en el embarazo) para que se le abrieran las vías respiratorias, aunque bien abrigado para que no me cogiera encima un resfriado. Por el día, el niño parece revivir un poco y sigue haciendo de las suyas, pero le es imposible dormir por la tos y los mocos, así que está agotado y un poco irascible.
Por las noches, la tos y los mocos no le dejan descansar, y a mi tampoco. Me levanto quince veces cada noche para atenderle o comprobar que está tapado y bien incorporado. La ventana se la seguimos dejando abierta porque así respira mucho mejor.
Raúl hace lo que puede. Se va todo lo tarde que le permite el trabajo y vuelve antes de lo normal. Daniel me tiene preocupadísima. Le ha llevado de nuevoa al pediatra porque tiene una tos horrorosa. El jarabe que le han mandado le ha aliviado y parece que ha hecho mejor siesta. A ver esta noche.
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