Hoy le he vuelto a llevar al médico. Daniel ha amanecido con una oreja llena de pus, así que he deducido que los mocos se le han pasado al oído y le han producido una otitis. La pediatra me lo ha confirmado. El pobre no se ha quejado mucho para lo que le ha debido doler. Afortunadamente hoy se ha levantado muy animado y féliz. Eso es buena señal. La pediatra le mandado un antibiótico para acabar de una vez por todas con todos los males del pequeñín. Justo ahora parece que está mucho mejor, pero por si acaso estamos siguiendo sus instrucciones a rajatabla, aunque Daniel no parece muy feliz de seguir tomando medicinas. Hay que imovilizarle y hacersela tragar a la fuerza. El jarabe de la tos se lo toma con mejor ánimo. Él solito coge la cuchara y la chupa, pero el antibiótico... Tres veces al día tenemos una batalla a vida o muerte para que le llegue un poco a la garganta.
Lo importante es que ya se encuentra mucho y mejor y que la tos y los mocos le dejan dormir a pata suelta. ¡Menos mal! Yo también estoy mejorando de lo mío. Por fin se pasa esta mala temporada.
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