Raúl tiene la cabezonería de celebrar nuestro aniversario con una cena especial el mismo día que nos casamos. Ni uno antes ni uno después. Yo soy más de celebrar las cosas cuando te vienen bien, pero mi marido tiene la loca idea de que si no lo hacemos el 13 de agosto ya lo dejaremos y lo dejaremos ir y nunca lo haremos.
Así que dejamos a Daniel al cuidado de mi madre el día después a nuestra llegada. Yo hubiera preferido esperar un par de días más, porque a mi madre no la ve nunca (problemas de distancia) y me hubiera gustado que hubieran tenido más roce antes de dejárselo toda una noche, pero Raúl no quiso ni oir hablar del tema. Así que dejé a mi pequeñín en las expertas manos de su abuela y nos fuimos en busca de un restaurante abierto. Tarea muy difícil en agosto y en un pueblo que no es nada turístico. Después caminar y caminar y de negarme a dar un paso más, nos metimos en uno que por fuera no parecía gran cosa, pero que tenía una carta sensacional. Yo todavía seguía dándole vueltas a si Danielito estaría bien. Raúl tuvo que armarse con doble ración de paciencia.
FELICIDADES!!!! que lindo se le ve a los dos...ains el amor.
ResponderEliminarfeliz aniversario a los dos!!!!
besos
Muchas gracias. La verdad es que se disfrutan estos pequeños momentos de pareja. Que pena que sean tan pocos... Y por otro lado que suerte pasar tantos momentos felices en familia... ¡Si es que lo quiero todo!
ResponderEliminar¡Ya me llamas Daniel hasta en el blog! :)
ResponderEliminar¡¡¡Cierto!!! Que sepas que a Daniel también le llamo Raúl, así que esto es un fifty fifty jeje. Ya he subsanado el error. Fue Raúl y no Daniel el que se metió ese pedazo de plato de bacalao entre pecho y espalda. ¡Qué bueno estaba todo! Cada vez que me acuerdo me entra un hambre...
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