¡Cómo se lo ha pasado Danielillo en el pueblo de su padre! De maravilla. No ha parado la pata, que es lo que más le gusta hacer: el cabra. Entre el río, los paseos por el pueblo, los patos y el patio de la casa no daba a basto.
Y los horarios... a la porra con el beneplácito de las abuelas. Siempre defendiéndole ante el "ogro" de su madre. "Deja que se acueste más tarde el pobre, si no tiene sueño...", "Si no quiere dormir la siesta no le obligues ¡Pobrecito!", "Total, si no tiene hambre ahora, ya pedirá luego". Y el niño que ya no tiene un pelo de tonto escudándose en ellas para hacer lo que le diera la gana. No tengo ni que decir que el peque adora sus abuelas. Aunque mamá sigue siendo la primera. Para orgullo mío. Me derrito con sus besos y sus abrazos.
El río le encanta. Allí puede chapotear, tirar piedrecitas, bañarse, jugar con la arena... Porque todos los años echan arena en una de las orillas para crear una "playa". El agua está congelada, pero el enano ni lo nota. Cuando se pone a temblar y le pregunto si tiene frío siempre me dice que no, así que tengo que arrancarle del agua entre pataelos y protestas para envolverle bien en la toalla. Todo un elemento.
JEJEJE!!! super verano!!!!
ResponderEliminartu marido todo un sireno en la piscina
un besote
Es que son tal para cual el niño y él jeje
ResponderEliminarviendo la foto...a mi pollito le hemos cortado el pelo como a tu hijo...cortito... estan los dos de guapos
ResponderEliminarun beso
La verdad es que están guapísimos los dos, pero a mí mi madre me ha hecho prometer que no le cortaré el pelo a Daniel, por o menos hasta junio del año que viene. Por lo visto lo encuentra más favorecido con melenas ;)
ResponderEliminarCon lo guapo que está con la cara despejada.