Mi chico me ha recibido con una sonrisa enorme y un abrazo de oso. No paraba de correr hacia uno y otro progenitor alzando sus bracitos para que le cogiéramos y le hiciéramos mimitos. ¡Hay que ver lo que ha crecido en una semana! ¡Parece mentira! ¡Papa! ¡Mamá! chillaba emocionado ante las fiestas que le hacíamos.
Al final llegamos a Covarrubias muy tarde. A las nueve de la noche. Entre salir del trabajo, hacer la maleta, pitos y flautas se nos hicieron las mil. Y eso que estábamos deseando llegar por razones obvias. Así que nos encontramos con un Danielito hiperactivo que acababa de tomarse el biberón de la noche y que tenía las mismas ganas de dormir que un buho.
De todas formas, egoistamente, los papis teníamos una buena razón para saltarnos la hora de irse a la cama. Así que disfrutamos del pequeñajo un buen rato antes de obligarle a ir a la habitación con los lloros normales por parte del interesado.
Había aprendido muchas cosas y estaba hecho un sol. Las abuelitas tenían cara de cansadas, pero a la vez se las veía felices. Hay quie tener mucha energía para lidiar con Danielillo.
hombreeeeeeeeeeeeeee ya esta bien de vacaciones !!!! yo digo esta mujer me tendrá en vilo y no escribirá el resto del verano???!!! jejejeje Mader mía una semana sin verlo... para que te dé algo !!! bueno bueno espero que hayas aprovechado para descansar un poquito más, que en nada ya sois cuatroo!!! un abrazo!!
ResponderEliminarPues todavía me queda una semana jaja, pero esa ya la paso en Madrid tranquilamente organizando las cosas para el hermanito. Intenté escribir algo desde el móvil de Raúl, pero me declaro nula en nuevas tecnologías. Me costaba un mundo y me entraban unas ganas horribles de estampar el móvil, así que Raúl decidió que era mejor dejarlo estar. Lo bueno es que pude seguir tu blog, pero sin añadir comentarios por cuestiones de torpeza. Besos,
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