"Cariño, ahora tenemos que ir un momentito a que te mire la doctora porque sigues con esa tos perruna"
Daniel me miró con esos ojitos tan expresivos que tiene.
"¡No!"
Intenté armarme de paciencia y argumentos.
"Sí, que ella es muy buena. Te quiere mucho y te va a curar"
"No me guta, no me gutaaaaa" Siguió en sus trece.
"Venga, que si vas contento a la salida te compró un chupa chups"
"Pachus, pachus"
Parece que el soborno surtió efecto y logré arrastrarlo a la sala de espera sin muchos contratiempos, pero una vez allí torció el gesto y se puso a gimotear. Esa misma tarde había llevado a Iván a su revisión y se me había olvidado traer su libreta médica. Prometí a la enfermera que se la llevaría después, cuando acudiera a la cita con Daniel, así que pensé que si mandaba al pequeñín quitaría hierro a su miedo irracional. "Anda guapo, dale esta libreta a la enfermera". El niño me miró como si me hubiera vuelto loca. De todas maneras cogió la libreta y se acercó temeroso a la consulta. La puerta estaba abierta y la enfermera tecleaba en el ordenador.
"Tomaaa" dijo con voz temblorosa. "Toooomaaaaaa" Insistió sin atreverse a entrar. La enfermera se acercó sonriente para cogerle la libreta. Daniel casi se la tiró y salió corriendo hacia el lado contrario. Le paré los pies preocupada mientras el gritaba que no quería y que no quería. Una madre le prestó un libro de cuentos. Le leí "Alicia en el país de las maravillas" sin lograr que quitara los ojos de la puerta de la pediatra. Cuando le tocó el turno empezó a berrear de nuevo. Le entré en brazos sin que dejara de retorcerse.
Una vez dentro, la pediatra le habló con voz dulce. Incluso le cogió en brazos y le hizo unos cuantos mimitos. Le dejó que se sentara en su silla... Pero cuando intentó auscultarlo el chiquillo pegó un salto de la silla y salió corriendo por toda la consulta. Lo agarré y le dije que se abrazara muy fuerte a mí. De esa manera lo auscultó por la espalda, le miró los oídos, la boca...
"Tú hijo sólo tiene mocos y flemas de vías altas (es decir, que no se le ha pasado ni a los pulmones ni a los oídos). Ni se te ocurra volver a traérmelo si no ha tenido fiebre alta o un pitido en el pecho. ¡No soporto verle sufrir así! Menos mal que nunca tiene nada. El día que se ponga malo de verdad no sé que vamos a hacer".
La pediatra le ofreció un palito de esos que usa para ver la boca de los niños y el muy pillín casi se lo quitó de las manos. Cuando se trata de regalos... Al final hasta la dió un beso a la pediatra y´le dijo adios, aunque con prisa porque estaba deseando irse. Una vez fuera fuimos a comprarle el chupa chups porque se había portado relativamente bien. La vez anterior la médico no pudo hacerle absolutamente nada.
mira lo contento que está con su "pachus pachus"!! jeje
ResponderEliminarpoco a poco espero que vaya quitandole el miedo, paciencia...
besos
jajaja que bueno el pachus.... que guapo está en la foto ( y que cara de bichoooooo jejjejej )
ResponderEliminarmenos mal que no es nada,es un chico sanote,no se que tendran esos palitos que a todos los niños le encantan
ResponderEliminarEn realidad, el pequeñajo se cansa enseguida del "pachús", pero cuando se lo das se le transforma la cara y le da una alegría intensa que vale la pena, auque luego me lo acabo comiendo yo.
ResponderEliminarAy Peluche era asi, ni se dejaba revisar ni quería ir. Deje de llevarlo con su pediatra habitual que es su tío-abuelo, y lo comencé a llevar con la pediatra que lo recibió cuando nació, y como tiene muchos muñecos en el consultorio la bautizamos: "la doctora de los juguetes" y alivio un poco la cosa. En casa jugábamos al doctor, a veces yo lo examinaba a el y a veces al revés..... ya vamos de nuevo con el tío, y ahora aunque vayamos solo de visita, le pide que lo examine.... Y el tío le hace caso.....
ResponderEliminarMenos mal que lo de Dani no es de cuidado, tal vez unas vaporizaciones le ayuden a botar todos esos mocos....