Para qué voy a pagar por una entrada a uno de esos espectáculos para bebés. Daniel ve actuaciones en vivo en directo la mayoría de los días que va al parque. Y le encantan.
Para que voy a llevar al pequeño a un teatro para bebés, si ya tenemos uno montado en el parque y con pequeños actores espontáneos. Sus amiguitos María, Francisco e Irene, entre cuatro y cinco años, siempre están haciendo reir a Daniel. Francisco con sus acrobacias, María con gracias de payaso de circo e Irene con sus juegos. Vaya carcajadas las de Daniel cada vez que María simula que se cae al suelo, o cuando Francisco camina sobre sus manos. Con Irene es un entretenimiento más tranquilo, pero también de calidad. Hacen pasteles en el arenero o van de la mano por la casita.
Si no son sus amigos, son los efectivos municipales que están recogiendo hojas con alucinantes máquinas de viento, o un coche de bomberos que pasa con la sirena a todo volumen, o policías montados en impresionantes motos. También tenemos juerga para rato si, de repente, llega un niño entusiasmado porque ha encontrado una mariquita o una arañita o cualquier bicho.
¡Qué bonito es ser bebé! Todo les llama la atención.
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