miércoles, 10 de diciembre de 2014

Puente en Elda con un frío que pela

Con nuestro flamante coche nuevo (se nos rompió el que teníamos snif snif), no tan flamante porque es de segunda mano, pero para nosotros como si fuera nuevo, nos dirigimos a ver a la bisabuela Matilde a Elda cargados hasta arriba, porque mi abuela no está para muchos trotes y demasiado que nos acoge en su casa.

Los niños entraron por la puerta como terremotos pero ella feliz de tenerles saltando, gritando y poniéndolo todo patas arriba. A Daniel le llamo mucho la atención su abanico y ella se regaló. Ahí lo tuve jugando con él todo el puente. Y el más pequeño se encaprichó de un guante de horno con forma de tigre, pero ese se quedó en su sitio, que lo necesita para cocinar.

Fueron dos días repletos de emociones, sobre todo porque los peques descubrieron que había ¡una feria! y ya no pensaron en otra cosa. Pero no me quiero adelantar, porque antes de ir nos pasamos por Monforte del Cid a disfrutar de su desfile de Moros y Cristianos. Era pequeñito comparado con el de Elda, pero muy vistoso, con trajes impresionantes y abanderados llenos de gracia. ¡Todo un espectáculo! Una de las comparsas me recordó el famosos disfraz de Elsa de Frozen, Lo más regalado entre las niñas desde que salió la película y me hizo mucha gracia.

Desgraciadamente para Raúl y para mí no pudimos verlo entero, porque en ese pueblo también había una feria y nos tocó pasarnos antes de marchar a cenar a casa. Hacía un frío terrorífico, pero aguantamos el tipo mientras los chiquillos corrían, trepaban, saltaban y se deslizaban en la atracción que eligieron: casi un parque de bolas ambulante.

Tras el desfogue infantil nos lo tuvimos que llevar casi a rastras al coche, pero no les dimos otra opción si no queríamos terminar como cubitos de hielo.

Al día siguiente fuimos a ver el Belén de la Plaza Mayor, ¡precioso! Habían recreado la Iglesia de Santa Ana y el Castillo de Elda, como eran antes de convertirse en ruinas. Nos encantó. Todavía lo estaban poniendo y le tocó a Raúl arrimar el hombro para colocar unas mesas.

También tenían un tren que iban a poner en marcha por la tarde. Muy chula la maqueta, pero no la llegamos a ver en funcionamiento porque por la tarde tocaba... ¡feria!

Los chiquillos casi no podían aguantar la emoción. Deseaban ir, necesitaban ir, anhelaban ir... Y sus padres todo lo contrario. Y es que todas esas luces, música a todo volumen, muchedumbre... Se me hace un poco cuesta arriba. Pero por los peques lo que sea.

Allí nos plantamos y enseguida eligieron el castillo hinchable para empezar. Daniel dudó un poco porque no se quería caer por el agujero, como le pasó en Covarrubias, pero le convencí de que éste era otro y que no tenía agujero. Menos mal porque se lo pasó pipa brincando de aquí para allá. Cuando se acabó el tiempo les regalaron unos globos de Bob Esponja que no duraron ni cinco minutos.

Después, Iván, dio una emocionante vuelta en el coche grúa, mientras Daniel esperaba pacientemente para ir a su adoraba casa de la risa con papá. Le compramos la entrada a Iván, pero al final le dio miedo y nos la lió parda porque no quiso entrar. Así que no le dejamos entrar en un enorme circuito lleno de pruebas, por mucho que se empeñó. por si se echaba atrás, porque estaba llena de niños mayores atropellando a los pequeños y porque algunas pruebas eran un poco difíciles para él.

Pero se le quitó la pena enseguida con la montaña rusa y con el tren de la bruja. Éste último estaba muy enfocado a niños pequeños y en vez de elementos de terror tenía bosques y animalitos. Además les daba globos alargados para que ellos también pudieran golpear a la bruja, a Dora y a Doraemon. Ni que decir que eso les encantó a mi chicos. Salieron de la atracción con ganas de guerra y seguir golpeando con sus globitos.

En ese momento, decidimos que ya era hora de volver y otra vez malas caras porque les estropeamos la diversión.

Todos los días nos pasamos, al menos una rato, por el parque infantil al que vamos siempre y que les encanta. La teleraña columpio cada está más y más rota, así que supongo que la próxima vez que la veamos la encontraremos en el suelo. El resto también está muy desmejorado. Se ve que ha habido recortes. Una pena porque es un parque relativamente nuevo (unos ocho años) y con muchos columpios muy divertidos.

El lunes nos tocó irnos por la mañana a Madrid porque todavía teníamos que realizar los deberes que le habían puesto al mayor para hacer durante el puente y que ni habíamos empezado.

Nos despedimos con pena y muchos besos de mi abuela y nos fuimos al coche.

7 comentarios:

  1. Anda que dar deberes para el puente... ¿a quién se le ocurre? Eso es una crueldad. Jajajaja. Ya veo que se lo pasaron genial y ole por vosotros que soportáis estoicamente el frío. Con decirte que yo ni pisé la calle en todo el puente... Jajajaja. Besotes!!!!

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    1. Pero eran deberes artísticos jajaja
      Que molan mucho ;)

      Y lod el frío, si no fuera porque tenemos niños inquietos ya me iban a pillar a mí pisando la calle. Yo si pudiera me hubiera pasado el puente ejercitando el sillonball con mantita y té jajaja

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  2. Superpuente!!! Ou creo que ha hecho frío en todas partes!!! jejejejeje Besos

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  3. Superpuente!!! Ou creo que ha hecho frío en todas partes!!! jejejejeje Besos

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  4. Que divertido, si hasta a mí me dan ganas. Los cacharritos molan mucho, lo malo que son carísimos.
    Deberes tan chico? Pobreee
    Besos

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    1. Sí que son caros. El padres se estaba poniendo malo con cada atracción. Según él con que montaran en dos ya les valía jajaja

      Que ingenuo!!

      Lo deberes son divertidos, manualidades creativas, pero es que no ns daba tiempoooo :S

      Besos!!

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