Daniel ha cogido frío, pero de una forma muy peculiar. Sólo le afecta por las noches. Durante el día corre, sonríe, se muestra muy activo... y lo que es mejor: respira. Pero llega la noche y ya lo tenemos roncando, luchando contra un batallón de mocos, pidiendo agua lastimeramente, bibe, bracitos... Estamos los dos agotados. Ultimamente hemos añadido al repertorio una tos muy rara que me tiene preocupadísima.
Le he llevado a la pediatra a ver si me aclara algo. Sabía que me iba a decir que por qué le traía a consulta iun niño tan sano (de día no se nota nada lo malito que está), pero a mí me trae por el camino de la amargura oirle repirar con tanta dificultad. Aunque no me llame no puedo dormir tranquila teniéndole así.
Animo!!!! un abrazo... los mocos son una tortura ademas te da la sensación que se va a ahogar!!!!que horror.
ResponderEliminarun beso