La madre de Luis le ha regalado a Daniel una pistola de agua. Lo primero que pensé es que el niño todavía era muy pequeño para esos artilugios, pero el trasto en cuestión tiene un mecanismo muy sencillo. A Daniel no le ha costado nada cogerle el tranquillo. Corretea hasta el agua de la piscina de bebés y la llena con emoción. Luego se da la vuelta y dispara sin mirar a qué o a quien. Menos mal que ahí está la madre para evitar males mayores. Una vez disparó sin vacilar al socorrista. Afortunadamente era un chico majo y no se lo tomó a mal, pero yo pasé una verguenza... Tiene un peligro este crío....
Una pena que el otro día desapareciera de mi toalla mientras mi hijo hacía el loco en la piscina de mayores. De verdad que para dos euros que vale la pistolita... Mi teoría es que cualquier niño la cogió de forma inconsciente y luego la dejó donde le vino en gana. Suele pasar a menudo. Los padres de estos chicos más mayores no les están vigilando como yo a mi peque para que no vaya arramblando con todo lo que encuentra de su gusto. El caso es que me di una vuelta por el recinto pero ya no la encontré. Me temo que toca una visita a la tienda de chinos para hacerme con otra. Le gusta demasiado y es lo suficientemente barata como para darle el capricho al peque.
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