Alguna vez, no muchas, pero alguna, que ya es algo. Un día de fiesta o fin de semana, oigo como la puerta de la habitación de mi hijo se abre estruendosamente y sus pasitos dirigiéndose a la... ¡habitación de juegos! Después, sorprendentemente llegan a mis oídos ruiditos de manejo de juguetes y revolver y más revolver.
¡Se ha puesto a jugar el solito! ¡Milagro! ¡Milagro! No suele durar ni media hora, luego corretea a nuestra habitación y nos llama mientras aporrea mi cara o costado, porque soy la que duerme más cerca de la puerta. Pero el hecho de que se entretenga solo un rato ya es un avance. Tengo la esperanza de que un día no muy lejano me deje descansar una mañana de domingo de la manera apropiada (roncando a mas no poder).
Lo normal es que me despierte llamándome y exgiendo su bibe a voz en grito. Entonces una legañosa mamá aparece en el dintel de la puerta y se hace cargo de la situación. El padre no suele tardar en aparecer porque el enano tiene la delicadeza de un elefante en una cristalería y lo acaba despertando sin remedio con sus gritos, carreras y juguetes musicales.
jejeje los mios son igual, empiezan jugando solitos, pero llegado el momento aparece como un Tsunami en la cama, personalmente me encanta ese momento, todos apretujados en la cama de papa y mama
ResponderEliminarun abrazo
A mi me encanta cuando vamos los dos juntitos al salón con el bibe y se acurruca en mis brazos para bebérselo. Debe ser el único momento del día en el que está tranquilito.
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