¡Qué susto! casi me da algo. Daniel es un bebé kamikaze.
Mi pequeñín ha aprendido a meterse en la piscina grande despacito, panza abajo y con mucho cuidadito. No se suelta del borde y al segundo vuelve a salir. El asunto me preocupa porque me parece muy chiquitín para hacer eso, pero como me tiene pegadita a él todo el rato es imposible que corra peligro real. A pesar de todo, hoy casi me mata del susto.
Ha descubierto que es más fácil entrar y salir por la escalerilla de la piscina. Así que estaba jugando tranquilamente con los escalones cuando de repente un chiquillo mucho mayor nos pidió permiso para usar la escalera. Por supuesto, retiré a Daniel explicándole que teníamos que dejar pasar al niño para luego seguir jugando. El niño se descolgó y sin pensárselo dos veces se tiró a la piscina. Y entonces cometí el error. "Ahora tú", animé a mi pequeñín. Y sin pensárselo dos veces se tiró a la piscina como el chico mayor. Me dio tiempo de ver como se hundía lentamente hasta el fondo antes de reaccionar. Acto seguido me tiré con zapatillas y todo para rescatarle. Daniel emergió del agua tosiendo levemente, pero aparentemente tranquilo. Ni lloró, ni se cogió una perreta. Tan sólo se agarró a la escalera y él solito salió.
Una vez metida en el agua invité a Daniel a bañarse conmigo, pero parece que el peque ya había tenido bastante y me dijo que no con la cabeza y los deditos. Cómo hacía airecito y estaba temblando me lo llevé a las toallas. Se resistió lo suyo, porque él quería seguir jugando. Pero al final lo convencí con la promesa de un delicioso aspito.
La verdad es que la culpa fue mía al equivocar la frase. Tendría que haberle dicho "Ahora puedes seguir jugando", en vez de "Ahora tú", que invita a imitar al otro niño. Menos mal que no pasó nada. Con un poco de suerte hasta se vuelve más prudente, pero creo que ya se le ha olvidado y en la próxima ocasión volverá a meterse y salir de la piscina grande como si tal cosa. Los bebés suelen tener una memoria de mosquito.
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