Unas amigas me dijeron que iban a quedar cerca de mi casa para que pudiera unirme a ellas y ver a Daniel. Me pareció un detalle precioso y pensé "¿Por qué no?". Todas las tarde hago planes a medida de mi bebé. Lo llevo al parque, a la piscina, a la bebeteca... Cosas que le puedan gustar. por una vez que se acople a mí no tenía por qué pasar nada. de hecho, su padre, hace su vida cuando se queda con el pequeñín. Siempre que le toca cuiidarlo y le llamo para cer cómo le va me lo encuentro en el Decathlón, o en la tienda de comics o, con un poco de suerte, en casa de su madre. Pocas veces le lleva al parque como yo.
El caso es que estuve explicándole a Daniel dirante todo el trayecto de la guardería a la cafetería que era la tarde mamá, que íbams a ver a unas amigas suyas y que se tenía que portar bien. El enano no decía ni que sí ni que no, pero luego dejó claro que era un no.
Estuvo sentadito tranquilo diez minutos, lo que le llevó devorar mis montaditos. Luego empezó la marcha. se puso a dar saltos en la sillita y a protestar para que le sacara. Mis amigas intentaron distraerlo con sus juguetitos, pero no hubo manera. Al final claudiqué y le dejé escapar de su encierro. fue directo a un carrisel chiquitín que tenían en el centro comercial. Le monté y en cuanto se puso en movimiento se puso a llorar como un loco. La empleada me dijo que me subiera para consolar a mi hijo. Ni corta ni perezosa le hice caso, pero casi doy con mis huesos y mi barrigó en el suelo. Logré equilbrarme con un poco de esfuerzo y llegué hasta donde me reclamaba mi hijo. En cuanto me vio a su lado dejó de llorar y empezó a divertirse. en cambio yo empecé a marearme y sudar. Di gracias al cielo cuando paramos de dar vueltas. Pero el chiquitín no estaba dispuesto a bajarse y me pidió otra vuelta con esos ojitos tan expresivos que tiene. Como madre tonta le di el gusto y otra vez vi girar todo a mi alrededor. Daniel tenía intención de dar una tercera vuelta, pero yo no me veía capaz así que le bajé de allí con pataleta incluída. Intenté volver a mi cervecita sin alcohol, pero fue imposible. El peque se escapaba al Tio Vivo cada dos por tres. me di por vencida y le acerqué a unos coches de esos que echas una moneda y se mueven. A estas edades se lo pasan bien aunque no eches la moneda. Estaba dentro de unos recreativos, así que el bebé no se limito a ellos sino que se dio una amplia vuelta para descubris las maravillas del lugar: ruido y luces, ¡que mas puede pedir!
Agotada volví a arrancarle de allí con los consiguientes lloros y les pedí a mi amigas que me acompañaran a un parque. Cosa que hicieron gustosas. Menos ua que se tenía que ir ya. Me prometí a mi misma llamarla por teléfono para que contarnos nuestra vida tranquilamente porque en la cafetería no había podido ser.
Una vez e el parque mis amigas se sentaron en un banco mientras yo perseguía a Daniel entre los columpios. Finalmente se despidieron de mi entre risas y me aseguraron que Daniel estaba guapísimo y muy mayor. "¡Pues vaya tarde de mamá!" pensé. La próxima vez iré sin el niño hasta que aprenda comportarse y dejar disfruta a su mami también de vez en cuando.
Animo guapa!!que valor!!!con la barriga en el carrusel jeje.
ResponderEliminarEso nos ha pasado a todos, tanto es asi que yo trato de usar esos momentos para desconectar, y trato de no llevar,por lo menos al pollito que es el mas inquieto. Las dos mayores hasta los disfrutan, y se portan realmente bien, pero el pequeño.. no hay forma.
De todas formas seguro que Daniel se lo paso en grande con su mami.
un abrazo
Y su madre también se lo pasa en grande con él...La mayor parte del tiempo jaja. ¡Cómo se parece pollito a Daniel!
ResponderEliminarsi, a mi también me lo parece, jugarían de bien!!!
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