viernes, 8 de julio de 2011

Separaciones

Que mal lleva Daniel lo de las separaciones. En cuanto se huele que papá o mamá van a desaparecer, aunque sea momentáneamente y uno de los dos progenitores le siga acompañando, se pone a berrear como un descosido. Da mucha penita.

Cuando Raúl se va de viaje sufrimos los dos muchísimos porque nos separamos cada noche. He de confesar que más yo que él. Porque el pequeñajo se recompone cuando pasan unos minutos y ya está buscando con qué jugar. Yo me voy con la lagrimita amarga cayéndo y el corazón destrozado. Y eso que le dejo con su abuela que lo mima a mas no poder. Como debe de ser.

Dentro de poco le llevaremos al pueblo con su abuela Chari, porque no tiene colegio y nosotros sí que tenemos que trabajar. Sólo de pensarlo... ¡Que mal lo llevo yo también!

Raúl se ha ido de viaje hace poco y hemos tenido que recurrir a su madre, como siempre, para cuidar a Daniel por las noches y que lo lleve por la mañana a la guardería. Y encima, el mismo día que se fue mi marido, me dio una gastroenteritis fatal. Así que esa tarde se lo quedó mi suegra. ¡Vaya favor me hizo! Uno grandísimo, pero le eché tanto de menos mientras me retorcía de dolor en la cama... ¡Qué masoca soy!

Además, el niño no para de nombrar a su papá. "¿Papá?, ¿papá? ¡¡¡¿Papáaaaaaaa?!!!" Yo le explico que está trabajando, pero que va a volver en unos días y él vuelve a llamarle erre que erre. Aunque eso sí sin dejar de jugar y de liármela en todo momento. Este chico no pierde la fuerza.

La foto la ha hecho Carlos Martínez (http://www.cmtz.es/).

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