Normalmente voy contenta al parque. Es menos cansado que lidiar con Daniel en casa, pero ayer fue un día horrible. Para los dos. Cómo hacía buen tiempo los padres aprovecharon para bajar a sus hijos al parque y éstos, a su vez, aprovecharon para bajar sus juguetes. Habían mucho juguetes, pero, como siempre, todos los bebés querían el mismo juguete, así que me dediqué a alejar a Daniel de juguetes de otros y de pullas. El pobre se pasó toda la tarde llorando por una cosa u otra, así que he decidido cambiar de táctica. A ver si Danielillo se lo puede pasar mejor en el parque mañana. Creo que me cargaré con su carrito y pediré pretadas bicis, motos, cubitos y lo que haga falta para que mi niño disfrute de su tarde.
La verdad es que lidiar con esta situación me agota. A ver que pasa mañana.
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