Cómo son las cosas. Al día siguiente del altercado Daniel y yo volvimos al parque. Fuimos los úniocos que levamos juguetes así que los tiramos en la arena para uso y disfrute de todos los niños. Cuando levanté la vista vi a Pepe. Sin sus esbirros y sin juguetes. Le saludé alegremente como a todos, porque a lo niños tan pequeños no hay que guardarles rencor. "Hola. Soy Pepe", me soltó "el niño más mayor del parque". Siempre con la misma cantinela. Se acercó muy humildemente y cogió un juguete a ver que pasaba. No pasó nada, porque Daniel estaba con otro tema y yo no se lo iba a quitar, desde luego. Animado cogió otro juguetes. Un coche de bomberos.
De repente veo que Luis se acerca a él a toda velocidad con una sonrisa de oreja a oreja y le quita el coche con decisión. "Es de Daniel", chilló el pequeño. y se dirigió a toda velocidad al otro lado del parque dejando a Pepe con la palabra en la boca. "Lo tenía yo..." estaba diciendo el pobre.
Yo le sonreí como a todos los demás. Para indicarle que no pasaba nada, que cogiera otro, pero él soltó el otro juguete que tenía en la mano y se fue furibundo.
Al rato se me acercó la madre de Luis con una sonrisa de oreja a oreja. "La venganza es un plato que se sirve frío ¿eh?" le dije. "Sí" me contestó ella riéndose.
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