El domingo quisimos repetir la jugada del viernes llevando al peque de nuevo a Madrid Río, ya cargados con toallas y pañal bañador, pero se levantó un día muy inestable y preferí no tentar nuestra suerte. Raúl buscó una alternativa y encontró otro parque que no conocíamos y que también tenía muy buena pinta: El Cerro del Tío Pío. Allí nos dirigimos con el coche para convertirnos en exploradores que escalan el cerro y disfrutan de unas maravillosas vistas de Madrid.
Daniel se lo pasó genial escalando y corriendo cuesta abajo. A veces me daba la impresión de que se iba a dar el tortazo de su vida, pero, milagrosamente, conservaba el equilibrio en el último momento. Al final lo llevamos a los columpios para evitar que a su madre le diera un infarto. Los columpios siempre son un valor seguro con el pequeñajo.
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