Justo antes de comenzar la sesión de fotos se dió con la naríz en la rodilla de su padre port hacer el burro y la sangre empezó a manar sin medida. El niño con las ropas llenas de sangre, el padre igual... un desastre. Me temo que da la nota de color en la fotografía y eso que intentamos limpiarle todo lo que pudimos a pesar de que no se dejaba.
Luego tiraron monedas y caramelos al suelo para que los niños lo recogieran cargados de bolsas. A los peques se las tiraban a los pies, pero el intrépido Daniel quería estar en el meollo del asunto y se metió en medio de los niños grandes. Con lo que salió llorando y con herida de guerra. Le alcanzó un caramelo en la oreja. A los pocos segundos volvía a la carga con su bolsita llena de caramelos y dinero. Había que ver la maña que se daba en coger los coloridos dulces del suelo. El dinero le llamaba menos la atención. Démosle tiempo. En breve me lo encontraré con la mano extendida exigiendo su paga.
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