En cuanto lo vió en el supermercado fue amor a primera vista. Un pegamento Pritt enorme y peludo se abalanzo sobre Daniel para hacerle gracias. Era un promoción. Una chica disfrazada. Pero el chiquitín se lo estaba pasando en grande chocando la mano con él y abrazándolo dentro de sus límtes de movimiento. Lo tenía atado y bien atado al carrito. En el supermercado dejar suelto al pequeñajo no es muy buena idea.
La chica nos explicó a los babeantes papis que una compañera suya regalaba una pringosa mano y una foto con el peluche andante como parte de la promoción. El niño estaba tan contento con su nueva amiga que no tuvimos más remedio que acudir al stand. Allí otra chica también muy simpática le preguntó a Daniel si se quería hacer una foto con su nuevo compañero de juegos "Supongo que no me entiende" me dijo "es demasiado pequeño". Pues vamos a verlo. Arriesgándolo todo solté al niño del carrito y no se lo pensó dos veces. Se puso delante del pegamento gigante para hacerse la foto... ¡Y luego volvió a sentarse en el carrito el solito! Las tres alucinábamos. "Pues sí que lo entiende" exclamó la fotógrafa.
En un par de minutos el chiquitín tenía la foto entre sus manos. Le encantó, pero hubo que quitársela al poco para que no la rompiera sin querer. La mano pringosa también tuvo mucho éxito, pero ya está en la basura. Tenía demasiadas tentaciones de metérsela en la boca. Fue una tarde de compra diferente para los tres.
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