El bebé ha aprendido a gritar de una manera especial cuando las cosas no salen a su gusto. Es un chillido, entre rabioso y quejicoso que me pone de los nervios. Lo que quiere decir que le funciona a la perfección. Lo aprendió mientras estuvo malo, én un momento así, hacía el doble de efecto. Supongo que la naturaleza nos ha hecho muy sensibles a los gritos de los bebés para que podamos atenderlos adecuadamente. A mí personalmente me taladra el cerebro y tengo que resistirme para no acatar su voluntad si creo que lo que quiere no es bueno para él, por ejemplo si quiere coger un cuchillo o toquetear algo frágil.
Este chico se ha convertido en pequeño manipulador y hay que tener mucho cuidado para no caer en su juego. Las cosas que aprenden estos bebés cuando se ponen malos. Cómo se aprovechan. Hay que tener mucha sangre fría para lograr educarlos adecuadamente, como sea que se haga eso, sin ceder a sus chantajes. Son tan adorables que a veces se me olvida lo egoistas que pueden llegar a ser.
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