El niño se lo volvió a pasar genial. Esta visto que la playa es una sitio ideal para llevar al niño. Una pena que viva en Madrid y... ¡Vaya, vaya, aquí no hay playa!
De todas formas al pequeñajo le atrae el agua en casi todas sus vertientes, así que se conforma con la piscina cuando no tenemos playa cerca a la que llevarle. Digo en casi todas sus vertientes porque no soporta la ducha. En casa de mi madre no hay bañera y la hora del baño es un show de gritos, llantos y pataleos. De hecho, en esta ocasión intenté meterlo debajo de la ducha de la playa para quitarle la arena y se puso hecho un loco. Y eso que yo me metía con él.
Lo mejor de la playa es que es muy saludable. Sol y agua de mar era lo que venía necesitando este niño después de tantos días de invierno. A ver como se toma volver al frío después de los 25 grados de Las Palmas. Supongo que bien porque todavía no se entera mucho. Él sabe que algo cambia, pero se adapta lo mejor que puede y a guerrear, que es lo que mejor hace.
Y parece que su tía Silvia también se lo pasó bien. Eso es genial porque así querrá repetir. Aunque me da la impresión de que le agota estar mucho tiempo junto al terible Daniel. No me extraña. Le comprendo. Con el pequeño detalle de que yo soy la madre y me gusta que el niño esté cerca, aunque sea tocándome las narices.
Y parece que su tía Silvia también se lo pasó bien. Eso es genial porque así querrá repetir. Aunque me da la impresión de que le agota estar mucho tiempo junto al terible Daniel. No me extraña. Le comprendo. Con el pequeño detalle de que yo soy la madre y me gusta que el niño esté cerca, aunque sea tocándome las narices.
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