La sorpresa de Pensamiento Divergente

Fuente: http://serendipeandoagusto.blogspot.com.es/

Hace poco, Arahí Seoane, de Pensamiento Divergente, cumplió su primer aniversario con el blog y decidió celebrarlo de una forma original y divertida. Nos puso una foto misteriosa y nos invitó a intentar adivinar qué era lo que mostraba. Entre todas las participantes se haría un sorteo y el premio sería... ¡una sopresa! Las neuronas empezaron a echar humo. Todas las partcipantes nos exprimimos el cebero para intentar adivinar que porras era aquello: ¿una bacteria, un cristal traslúcido, un Cd, mercurio? ¡¡Ni ideaaaaa!!

Y nunca lo hubiera adivinado: eran bolsas de congelados con las que tiñeron pasta con colorante. Quedaron restos y así de chulo se veía.

El caso es que la mano inocente sacó tres nombres de una bolsa, después de sacar un montón de papelitos en blanco para hacerlos más emocionante. ¡Y uno de ellos fue el de una servidora! ¡Yujuuu! Así que ya me veis, hecha un flan de la emoción y loca por conocer el regalo sorpresa. Tardó lo suyo, pero al fin llegó. Sabía perfectamente que Arahí había pensado en los niños, pero como el nombre del paquete era el mío me hice la loca y lo abrí muerta de la curiosidad.

Dentro de la paquete había muchos regalos envueltos, así que tuve que aguantarme hasta que los chiquillos llegaron a casa. Menos mal que no fue por mucho tiempo. Lo que sí leí fue la nota. Me encantó la sugerencia de que usáramos el reloj de arena para que recogieran los juguetes antes de que cayera toda la arena. ¡Que idea más buena!

A los chiquillos les brillaban los ojos con cada descubrimiento y se empeñaron en estrenarlo tooooodo. Lo primero con lo que jugaron fue con los pájaros equilibristas. "Es magia mamá" aseguraba el mayor alucinando porque allí donde apoyara el pico el muñeco, ahí que se quedaba suspendido. La razón es porque el centro de equilibrio está calculado al milimetro para que así sea, pero para los chiquillos era magia y no les quise quitar la ilusión. Se los pusieron en todos los dedos, en la nariz, en el pie, en un palillo, en una silla... hasta intentaron que se sostuvieran en la espalda de la gata, pero eso fue misión imposible.

Al rato me pidieron que les leyera los dos cuentos: Elefante Rosa y Harquin , el zorro que bajó la valle. Les gustaron muchísimo. Cuando terminamos las historias, me puse seria porque todavía no nos habíamos sentado a comer y yo veía que se nos hacía la hora de la merienda (me tenía que ir al curso y me moría de hambre), así que les razoné la situación y accedieron a sentarse a la mesa. Eso sí, con el reloj de arena que venía en el paquete para ver cuantas vueltas le daban hasta que terminaran con sus platos. Accedí encantad porque así no tenía que recordarles continuamente que comieran.

Tras la comida, me pidieron con ojos de bambi que hiciéramos sombras chinescas siguiendo las instrucciones de la guía que también venía en el paquete y allí que nos pusimos los dos, con la persiana bien baja y un flexo, a hacer arañas, perros, un rey, un conejo... ¡Que divertido!

Tampoco se libró el juego de Story Cubes de ser estrenado, aunque como no tenía tiempo de leer las instrucciones se inventaron el juego. Aunque yo creo que será más o menos así. Tiraban los dados y se inventaban una historia con las imágenes. Si alguna no les cuadraba le daban la vuelta al dado hasta encontrar algo que les gustara. "Eso es trampa" les decía yo, pero se lo estaban pasando tan bien, y encima juntos y sin peleas, que los dejé hacer.

Cuando llegó el papá, le enseñamos los nuevos tesoros y sus ojillos brillaron con este último juego. Resulta que lo tenía en la lista de cosas que había que regalar a los niños antes o después. Arahí, le leiste la mente jajaja