Mi niño mayor se sentó en la mesa del comedor con una papel y las caritas con las que le motivo en las actividades de verano y estuvo un buen raro entretenido.
Cuando por fin se levantó de la silla corrió hacia mí, me puso un papel lleno de triángulos de caritas agrupadas por colores y empezó a hacer ruidos con la boca mientras paseaba el dedo por el papel. "Puf pi piun pum... a ver a ver... Según el medidor feliz-enfado estas.... ¡Muy contenta! ¿Estás muy contenta, mamá?" inquirió mientras me miraba con ojos brillantes.
"Eeeeeh... Sí, claro" contesté rápidamente tras la sorpresa inicial. "¡Bieeeeen! Funciona. Ahpra voy a medir a Missi... Piun pam pin pufff.... Está contenta..."
Y así se pegó buena parte de la tarde midiendo nuestro humor una y otra vez. Curiosamente a mí me salía siempre muy contenta aunque el humo me saliera por las orejas. Se ve que era el deseo expreso de Daniel... ¡Que yo estuviera contenta para ni aguantar mis regañinas!
Al final, aunque fue una actividad espontánea que surgió de él, se la evalué para su carnet de notas como estudio de las emociones por lo contento que se pone cuando gana una carita verde.
q gracioso, al menos siempre te veia contenta jeje. besos
ResponderEliminarPor la cuenta que le trae jajaja
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