sábado, 29 de agosto de 2015

Tdn 2015: Torneo de Crazy Coconuts

Los niños se quisieron apuntar a un torneo con sus primitos que también asistieron a las jornadas. Yo no las tenía todas conmigo porque en ese momento no daba un duro porque aguantaran sentados ni medio minuto tras un largo viaje en coche, pero me sorprendió la atención con la que escuchaban al que dirigía el torneo. El juego en cuestión se llama Crazy Coconuts y es el típico con reglas fácil que asegura muchas risas. Cada jugador tiene un mono tirador con las manos juntas para que le coloquemos un minicoco y apuntemos a lo vasos del tablero. Afinamos puntería y la fuerza del disparo y allá va el coco, con suerte, directo a una vaso que te quedas. Con menos suerte, a unos de los vasos que ya tienes. Y con nada de suerte, no caerá en ninguno y te quedas sin puntos. Lo divertido del juego es que puedes apuntar a los vasos de tus contrincantes y robarles el vaso. Gana el que forme antes una torre de cinco vasos o el que tenga más cocos en caso de que éstos se gasten sin que nadie haya formado la torre. Para hacerlo más emocionante, los jugadores pueden jugar cartas para dificultarle la cosa al que este ganando. Se le pueden tapar los ojos, hacer que pierda un turno o soplar para que se desvíe el coco.

El torneo estaba dirigido tanto a niños como a mayores, pero no me apunté porque pensé que era sólo para peques. Se formaron dos mesas y en la nuestra las cosas se pusieron extremadamente emocionantes. Cuando uno de los jugadores estaba a punto de ganar el resto le robaban los vasos a base de puntería y se giraban las tornas.

Al principio todo eran risas y canastas, pero cuando la cosa se puso más difícil, Iván se sintió frustrados y quiso abandonar la partida. Me encantó la comprensión del organizador, que me tranquilizó con las típicas palabras "Suele pasar. No te agobies". Al final logré que volviera al juego, pero la mitad de las veces tiré yo en vez de él. Menos mal que al resto de jugadores les dio igual mi participación espontánea. Tanto robarse vasos unos a otros hizo la partida un pelín larga y mi hijo mayor empezó a cansarse también, con lo que en vez de afinar la puntería cambió sus reglas a "A ver lo más lejos que puede llegar este coco". Huelga decir que me tocaba a mí ir a buscarlo al otro confín de la abarrotada sala. Casi me alegré cuando el más pequeñín de la mesa salió victorioso del encuentro.

En general, el juego me parece genial para pasar un buen rato en familia. las risas están aseguradas, aunque también los piques y los enfados por fallos de puntería o robos inésperados.


4 comentarios:

  1. En éste yo perdería seguro. No soy nada habilidosa. Un besote!!!

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    1. Pues yo ni te cuento, una vez perdí uno de los dardos de una caseta de feria, con otro le di a un regalo y el tercero me pidieron encarecidamente que no lo tirara jajaja

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  2. Qué bonito post. me ha encantado llegar a tu blog, me quedo por aquí. Si gustas me visitas, besos

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    1. Ya te sigo. Todo tu blog es muy bonito. Desde tus palabras a las imágenes.

      Besos!!

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