Mi marido y mi hijo se han ido a pasar el fin de semana al pueblo y me han dejado sola en casa. ¡Qué paz! Cuando se han subido al coche y se han marchado me he quedado muy tranquila y muy triste. La casa no parece la misma sin el pequeñajo armando follón. Ves los juguetes tirados por el suelo y la cunita vacía y te entra una desazón...
Pero es sólo al principio, porque enseguida me puse las pilas y me puse a hacer todo lo que tenía pendiente: limpiar, recoger, las páginas del periódico chino que hay que entregarlas el lunes... ¡Vamos que no tuve tiempo ni para tomarmne un café relajadamente.
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