lunes, 30 de enero de 2017

Año del gallo en Usera y el problema de las multitudes

El sábado teníamos un taller de Mindfullness en La Casa del Lector del Matadero. Es una vía que he abierto para intentar relajar a mis dos torbellinos e intentar que controlen su ira y frustración. Así que les apunté a este curso gratuito y a otro de pago de los que también hablaré en otros post, pero ahora sólo los nombro porque el primero fue la excusa para pasarnos por la celebración del Año Nuevo Chino del barrio de Usera, el Chinatown de Madrid. Nos enteramos de que era este finde gracias a un post de Con Mi Madrina. En un principio no íbamos a ir porque teníamos otros planes ya, pero el taller de mindfullness lo cambió todo.

Como ya teníamos que darnos el salto decidimos pasarnos por nuestro antiguo barrio, disfrutar del ambiente, ver el pasacalles y pasarnos por la feria. La cosa pintaba muy bien y si no se hubiera ido de madre seguro que nos hubiera encantado, pero las cosas no salieron como pensábamos. Fuimos a la plaza donde habían montado una miniferia con una carpa más bien pequeña y dos puestos de comidas. Seguro que para una fiesta de barrio hubiera sido suficiente, pero allí se congregó medio Madrid. Habían chicos repartiendo caretas y gorros del gallo, el animal del horoscopo chino al que se dedica el año entrante. Y otros repartiendo unos pasaportes para hacer una ruta gastronómica, pero ni nos molestamos en matarnos con la gente para conseguir uno.

No cabía un alfiler en la multitud que esperaba muerta de frío el pasacalles, que, finalmente, después de mucho mucho mucho tiempo de espera, llegó, pero hizo una cosa muy rara. Los grupos de a pie fueron por la calle que se suponía que iba a seguir el desfile, y los dragones se pararon en la feria y ya no siguieron. Esto supuso el gran cabreo de los allí reunidos. ¿Tanta espera para esto?

No es que no estuvieran bien los tambores, el baile de los pañuelos, el grupo ecuatoriano de baile (no son chinos, pero me parece genial que celebren con ellos su año nuevo), el mini palanquín y el grupo de señores y niños vestidos de pollos. Sí que molaban, pero mis hijos estaban deseando ver a los dragones y cuando se desviaron montaron en cólera. Y como ellos muchos de los presentes. Sobre todo los que estaban calle adentro esperando a ver la marcha. Muchos intentaron acercarse a la feria para verlos cuando aún desfilaban los que sí pasaron por la calle y se montó un pequeño pollo. Cuando acabó la mini cabalgata, todos enfilaron hacia la feria y ahí se armó la de dios. Hasta nos costó un poco huir del mogollón. Nos asomamos por la barandilla para ver a los dragones, pero estaban absorbidos por la multitud, así que pensamos, un poco decepcionados, que lo mejor era irnos. Al menos los niños habían averiguado, durante la espera, qué signo chino les correspondía. Lo miramos en el móvil. Daniel era el buey e Iván el conejo.

Al salir de la plaza topamos con un parque infantil que parecía el parque de atracciones en su hora punta. A pesar de todo, los peques se metieron de cabeza en la marabunta que subía y bajaba por enormes y enrevesados columpios. Me tocó la difícil tarea de buscarles y convencerle para tirar hacia el restaurante. Queríamos ir a un chino que conocíamos ya de cuando vivíamos allí y que nos encantaba (Restaurante Kai Yuan), pero se ve que, de nuevo, todos tuvimos la misma idea y cuando llegamos estaba de bote en bote. Nos costó un buen rato que nos dieran mesa y fue gracias a que nos ofrecían una grande compartida con otra familia y no nos importó. Si no todavía estábamos esperando.

Con tantas aventuras los niños estaban ya que se subían por las paredes, así que fue una velada infernal con perretas, chiquillos escapándose por debajo de la mesa, saltando en sus sillas, jugando con cuchillos, gritando a un volumen exagerado... Menos mal que en la otra familia también había peques y no parecían nada molestos. Al contrario, eran encantadores.

Los platos estaban buenísimos, pero acabamos tan quemados de los fieras y del servicio lento, no por culpa de los empleados, sino por la oleada de clientes tan exagerada, que nos fuimos, sin comer el postre, en cuanto vimos la oportunidad. De hecho, dejamos el dinero en la cajita de la cuenta y no esperamos ni a que vinieran a cobrarnos. El postre lo compramos en una panadería- pastelería ecuatoriana y no podían estar más buenos. Creo que fue el único momento de paz que nos dieron ese día, porque ya os contaré el taller de mindfullness, ya...

El 11 y 12 de febrero hacen expectáculos tradicionales chinos interpretados por integrantes de la comunidad china residente en España (bailes, canciones, ópera, kung fu, etc.) en Plaza de España. A lo mejor volvemos a intentar que los niños aprendan algo de la cultura china. Porque en Usera sólo les quedó claro que las multitudes son un rollo.

6 comentarios:

  1. arece muy chulo, ahora, cangrejos y aglomeracines no van bien jejeje Mindfulness muy bien.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ni madres desesperadas y multitudes. Nos vuelven más desesperadas todavía jajajaja
      Lo del Mindfullness nos encanta.

      Eliminar
  2. bufff q ambientazo. Claro q un evento así, la curiosidad y demás, hace q la gente se animé a ir a ver las cosas.
    Q pena los Dragones :(
    Bueno al menos.... comisteis en el rest. q queríais :)
    Si vais a la plaza España supongo habrá más gente pero quizá mejor organizado para ver dragones??? :) ya nos contareis ¡suerte!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Demasiado ambiente jajaja
      Digo yo que en Plaza de España estarán preparados para que vaya medio Madrid jajaja

      Eliminar
  3. Menos mal que no fui. Entre que odio las multitudes y encima para semejante chasco... Besotes!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Te hubieras unido a los gruñidos de mis peques seguro jajaja
      Yo acabé coreandolos un rato, no te creas. Buuuf

      Eliminar

Me encanta saber lo que piensas.