lunes, 24 de octubre de 2011

La tronita nueva

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Daniel se ha cargado su antigua trona de tantos saltos que ha dado y tantos meneos que le ha metido. De repente un día notamos que el nene estaba muy recostado y al ir a ponerle el respaldo bien vimos que la pieza se había roto. No se puede decir que todo el mérito haya sido suyo. Esta trona perteneció a una madre de tres hijos amiga mía, así que ya llevaría su trote.
El caso es que estábamos sin trona y con un niño pequeño y revoltoso. El primer día le sentamos a base de cojines, pero resultó ser una guerra tremenda para que el peque no se fugara de su silla. El segundo día subimos la trona de viaje del maletero del coche y lo sentamos en ella. La verdad es que nos apañó mucho, pero si queríamos tenerlo de nuevo cenando frente a la tele (la mejor manera de que coma asi sin darse cuenta) necesitábamos una trona nueva, porque la de viaje no tenía bandeja y había que arrimarle a una mesa.

Así que dejamos a mi madre al cuidado de Daniel y nos fuimos a buscar una al centro comercial. En un principio buscábamos algo barato y apañado, pero nos enamoró una de Chicco que se plegaba estupendamente y ocupaba poco sitio. Era un poco carilla, pero nos hacían un descuento del 10% por ser la semana de la puericultura o algo así. Sin pensárnoslo más fuimos a por Daniel para que eligiera diseño. En un principio nuestro querido hijo dijo que no al marcianito, a los buhos, a las ranas, a los animalitos... Pero finalmente le convencimos de que los animalitos era la mejor opción. Si él no elige tengo que tomar yo las decisiones. Nos dijeron que en ocho o diez días estaría en casa. Fue un bajón porque la necesitábamos ya, pero pensamos que valía la pena esperar.

Cuando por fin tuvimos la trona en nuestras manos a Daniel le encantó porque se podía bajar a su tamaño y subirse solito, pero a nosotros no decepcionó porque venía sin los ganchitos para colgar la bandeja. Por supuesto fui a quejarme a la tienda. Allí me explicaron que los nuevos modelos ya no traían ganchito. "¿Qué? ¿Cómo? Yo la compré por el ganchito ¡Quiero mis ganchitos! Si no tendré la bandeja pululando incómodamente por todo mi salón".  Las dependientas entendieron mi problema y me prometieron que buscarían unas patas con ganchito para cambiarlas por las mías. Al poco me llamaron para decirme que ya las habían encontrado en otra tienda y que en cuanto las recibieran me llamarían para hacer el intercambio. Y en esas estamos. Estoy deseando que lleguen mi ganchitos para tener un poco de orden en mi salón. No mucho, porque con Daniel es imposible, pero estoy harta de tropezarme con la bandeja para comer en cualquier lado menos en su sitio.

2 comentarios:

  1. Las tronas que invento!!!yo de mi primer hijo no la use(no se como pude vivir sin ella)pero del segundo tengo una del ikea que me costo muy barata y me a salido muy bien es mas mi niño tiene dos años y medio y dentro de poco se la empezare a quitar para que la use su hermanito

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  2. Sí que son un invento. Sobre todo si te sale el niño inquieto. Por lo menos sabes que de esa sillita no se puede escapar. Mi chico grande también tiene dos años. Tendré que empezar a pensar en quitársela como bien dices, pero es que a día de hoy es dónde mejor come.

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