sábado, 19 de noviembre de 2011

El segundo es otra cosa

No sé si influye que Iván es mucho más tranquilo que Daniel a su edad y llora muchísimo menos, pero la cuestión es que le hago mucho menos caso que al primero. A veces me siento un poco culpable, pero es que a medida que pasa el tiempo la vida se lía más y más. Por ejemplo, cuando nació Daniel yo pude adelantar un par de meses de trabajo en mis colaboraciones al periódico chino y pude olvidarme durante todo ese tiempo de las entregas. Además tenía todo el día para cuidar del bebé en exclusiva. Ahora tengo a Daniel, que hacer las páginas para entregar cada quincena (no tengo tiempo para adelantar), no puedo descuidar la casa, ni la compra porque, como ya he dicho en el primer punto, tengo a Daniel y no vale con cerrar la puerta de una habitación desordenada y olvidarte porque ten por seguro que el pequeñajo la va a abrir y va a encontrar el objeto más peligroso que haya para jugar con él.

Así que Iván ha quedado relegado a la cuna. Al principio estaba tan feliz, roncando plácidamente a cada minuto, pero últimamente reclama más atención. Se debe aburrir el pobre. El caso es que sí que acudo a su lado, le pongo la chupa, lo mezo un ratito, pero con prisas porque tengo que acabar lo que sea que esté haciendo. Por otro lado, al primero sólo le hacía falta hacer el más leve ruidito y su mami ya estaba a su lado. Iván sabe que si no empieza a quejarse en serio y de verdad allí no viene nadie.

Todo esto no quiere decir que le quiera menos. Que va. Les quiero a los dos igual de mucho. Muchísimo.

A veces Iván se pone rebelde. No quiere dormirse ni estar tranquilito en su cuna. Toca dormirle en brazos para poder seguir con lo que estaba. En ocasiones me acuesto a su lado y le tranquilizo acariciándole la carita. Así aprovecho y medio descando yo también. En una de esas me quedé dormida y cuando me desperté me encontré con sus dos ojazos mirándome fijamente. Al menos no se había quejado en los diez minutos que duró mi sueño. Es tan bueno que me había dejado roncar a gusto un ratito.

3 comentarios:

  1. Iván es muy tranquilo, e inspira tranquilidad. hoy he tenido la oportunidad de estar en una de las clases de bebés, que tranquilidad se respira allí. me quedé mirando fijamente a los ojos de uno, como me transparentaba, que mirada más clara y sincera, y otro dormía plácidamente que me daban ganas de dormirme junto a él. nos hacen falta horas de sueño...sí jeje
    descansaaaaaaa y coge fuerzaaaaaasss

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  2. Como te entiendo,pero es asi la vida no podemos hacer otra cosa,veras como cuando el peque sea un poquito mas grande se distrae solo con ver al hermano

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  3. Jesús, los hijos no dan tranquilidad. ¡La quitan! Ya lo verás ya.

    Marta, Supongo que cada cosa tiene sus cosas buenas. El primero es más venerado, pero el segundo tiene al hermano para jugar desde el principio... y para pelearse jeje

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