El sábado pitó mi móvil. Era un mensajito para invitar a Daniel al cumpleaños de un amiguito. "Cuenta con nosotros" respondí, porque donde va Daniel vamos su mamá e Iván también.
Le anuncié el pequeñín el evento y se lo tomó con mucho entusiasmo. Cuando llegó el lunes, el gran día, fui a recoger a Daniel a la guardería y nada más verme me pidió ir a la piscina.
"Pero cariños, ¡si hoy es el cumple de Mikel!" La reacción no se hizo esperar: "Cumple de Mikel, cumple de Mikel" repetía el enano dando salto de uno a otro pie nerviosamente.
Apenas podía contener las ganas de correr mientras esperábamos a Hugo, que va al mismo centro que él, pero a diferente clase.
Le habíamos dicho a Tere, la madre del homenajeado, que, entre que recogíamos a los chiquillos, les colocábamos en patín y silla, Daniel accedía a no pararse en cualquier esquina para enseñarnos lo que había descubierto, se peleaban, se quitaban los juguetes, se ponían a jugar inesperadamente... Tardaríamos un poquito en llegar a su casa.
Inésperadamente, ese día los dos se portaron como angelitos y llegamos al lugar en tiempo record. El caso es dejarnos mal a las madres.
Allí nos encontramos con Luis. parecían tres bárbaros a punto de saquear un inocente pueblo. El portero nos ayudó amablemente con sillitas, carritos y energúmenos.
Por fn en la casa se soltaron la coleta. Al poco de llegar daniel tuvo un enfrentamiento directo con Mikel por un juguete chulísimo que le acababan de regalar. Por un momento pensé que ahí se acababa el cumpleaños, porque yo estaba mas que dispuesta a coger a mi primogénito ysacarlo en volanas de allí en dirección a mi dulce hogar, pero finalmente entró en razón y cogió otro juguete. Aunque, cómo se había enfurruñado no quiso jugar con nadie en un buen rato.
El padre de Mikel intentó que éste le cediera el juguete, pero yo me negué. Se lo acababan de regalar al pobre y tenía que disfrutarlo. Cuando sea le cumple de Daniel no soltará sus regalos facilmente. Afortunadamente acabó la cosa bien y al rato ya estaba jugando como uno más.
Mientras su hermano luchaba por los juguetes más chulos Iván se removía de brazo en brazo. A veces lo dejaba un ratito en el suelo, pero con tanto chicote de dos y tres años por ahi me daba miedo que lo pisotearan sin querer.
Cuando llegó la hora de irnos a casa estaba agotado. Tanto que me lo llevé a casa en el carrito y a Iván en brazos. Los dos estaban encantados con el sistema, pero yo estaba machacada. Menos mal que vivo cerca.
Y porqué no los montas a los dos juntos??? Seguro que DAniel está encantado de llevar a su hermano en brazos...
ResponderEliminarMe alegro que lo pasarais tan bien. Besos.
Me encanta esa habilidad que tienen los niños para pelearse a muerte y ser tan amigos diez minutos más tarde... Jajaja. Un besote!!
ResponderEliminarCon la edad de los peques demasiado bien salio el cumple jeje me encanta Daniel, es tan energico!!! Y vaya cansancio tuvistes que tener al llegar a casa... Besitos guapa
ResponderEliminarMerengaza, No me fio ni un pelo de Daniel. En cualquier momento me lo empuja y va a dar con sus encías en el suelo.
ResponderEliminarAlter Ego, La verdad es que es increíble el poco rencor que tiene los pequeñajos.
Rocío, es que no he contado nada de cuando se subieron a dar saltos a la cama o cuando comprobaron cuantos niños cabían en la cuna :S
AY......QUE MONO.....LES GUSTA MÁS UNA TARTA QUE LA PISCINA...QUÉ FUERTE......AY QUE ME VEO EL EL BLOG ROLL GRACIASSSSSSSS
ResponderEliminarSi es que estos niños siempre hacen lo contrario jajajaja,estan en una edad muy dificil,Jaime anda igual pero seguro que en nada se les pasa
ResponderEliminarLos peques, es que tienes un blog genial y no quiero perderme nada delo que publiques.
ResponderEliminarMarta, al ratito ya jugaban todos juntos tan felices. ¡Son tremendos!