De repente un día, tu hijo sale del cole con un peluche en los brazos y una sonrisa de oreja a oreja. Le toca responsabilizarse de la mascota de clase por unos días y está Feliz, así, en mayúsculas. Pero todos sabemos la realidad. La verdadera responsable del adorable peluchito es... ¡mamá! Ella es la que cuidará que vuelva sana y salva a la clase para que la siguiente madre cargue con el muert... digoooo, con tan maravillosa misión.
No vale encerrarlo en un armario hasta que llegue el día de su vuelta, porque con el bichito viene una carpeta encantadora en la que todos los niños narran sus experiencias con su querido personaje, protagonista del método. Con foto, a ser posible. ¡Hay que aportar pruebas de que el bicho ha sido agasajado como se merece!
Entonces, todo se confabula para que la mascota de turno se meta en los líos más inverosímiles: Peleas fratricidas en las que uno tira de una pata y otro de la cola sin piedad, que el animalito de la casa lo confunda con un mullido cojín, que a los peques les entren unas ganas increíbles de achucharlo justo después de manipular ricos alimentos con alto contenido en grasa con sus deditos... Y un largo etcétera...
Si toca llevarlo de excursión ni te cuento el estrés. Vigilas con más atención las evoluciones del muñeco que a tus propios hijos. Como se pierda en un despiste a ver como lo explicas al terminar la semana. Ya me estoy imaginando las caritas de horror de los compañeros de mi hijo.
Tras dos o tres días en nuestro humilde hogar, Oto estaba más moreno y no era por el sol: marcas de deditos, pelos de gato, patitas sucias del polvo del camino... ¡Así no lo podemos devolver! Pero en la lavadora no lo meto ni loca. Como tengamos un accidente me salen tres canas de golpe.
Tocó investigar un poco, pero al final di con la clave para limpiarlo decentemente sin comprometer su integridad. Y encontré uno bastante interesante. Cogemos el peluche en cuestión, lo vaporizamos con agua, lo rebozamos en bicarbonato, lo dejamos un rato metido en una bolsa (si puede ser toda la noche mejor, pero como sabía que los niños me lo iba a reclamar en cuanto volvieran del cole, sólo lo dejé una mañana), lo sacamos de la bolsa y le quitamos el bicarbonato con un cepillo, con el aspirador o sacudiéndolo con vehemencia, que es básicamente como lo hice yo.
No quedó impoluto, pero la diferencia entre el antes y el después era impresionante. Ya podíamos devolverlo sin miedo ni vergüenza.
Si te soy sincera cuando leí tu post sobre la excursión con el animalito en cuestión lo primero q pensé es en la de gérmenes q traería consigo el susodicho...aún recuerdo cada vez q le tocaba a mi niño y traía a casa en este caso una muñeca, con mochila y mantita incorporadas ... afortunadamente nosotros no teníamos que completar ninguna carpeta, ni cuaderno, ni nada...y como mi hijo no le hacía ningún caso ("las muñecas son de niñas, mamá" - me decía) pues se quedaba a los pies de la cama a la espera del día sigueinte para volver al cole...de hecho un día nos la olvidamos...y la profe llamó por tfno a mi madre, q era quien recogía a mi niño en aquella época, por si podía traerla a la salida, porque la niña a la q la tocaba estaba desolada...
ResponderEliminarEn otra ocasión, la susodicha muñeca fue olvidada en el parque por una compañera de mi hijo, al fortuna quiso q antes de irnos la vieramos, abandonada en la casita al lado del tobogán y la lleváramos a casa...el padre de la criatura revolvió "roma con santiago", como decimos por aquí hasta q localizó nuestor tfno (aún no existía el whasap y los fatídicos grupos...) y nos pidió si podía pasarse a recogerla...su cara al llegar lo decía todo, pobre!
He de decir q yo tampoco me atreví a meterla en la lavadora como hago con TODOS los peluches de mis hijos...antes incluso les metía en la secadora, hasta q uno de los lunis, el amarillo, salió con el pelo totalmente rizado!
Como siempre, tienes mi total admiración por salir más q airosa de este tipo de situaciones...eres mi heroina!!!!!
Es que al final traen muchos quebraderos de cabeza!!! Pero a ellos les suele encantar. Afortunada de ti que pudiste olvidarte de la mascota esos días jajaja
EliminarPobre padre que la perdió. ¡¡Me pongo en su lugar!! :S
Muchas gracias por los elogios que me dedicas. Me han puesto una sonrisota enorme en la cara, pero el verdadero mérito de google ;)
Yo me hubiese arriesgado y lo hubiese metido en la lavadora...no te digo más. Jajajajajaja!
ResponderEliminarMuas!
Yo estoy con Mo. A grandes males, grandes remedios... Jajaja. De todas formas, tengo un montón de peluches y los lavo en la lavadora. De momento, no ha habido que lamentar pérdidas. Jajajaa. Pero tu truco está muy bien. Nunca está de más saberlo. Un besote!!!
ResponderEliminarLos de casa van a la lavadora de cabeza, pero el de la clase me daba miedito. Sabes como entra, pero no como va a salir!!!
Eliminar