El viernes fue la fiesta del pequeño. Esta vez la celebraban en clase, así que no estaba invitada. No sé si sentí alivio, o una gran decepción por no ser testigo directo de su ocio carnavalero.
El caso es que se fue disfrazado de Spiderman, más contento que unas castañuelas. A salir, la profesora que me lo entregó, era una profesora que estaba de apoyo y que no pudo contarme nada del jolgorio. Intenté preguntar al peque, ya que a veces saco algo en claro, pero ésta no fue una de esas veces. Me he quedado con la curiosidad. Lo único que sé es que se lo pasó "¡Muuuuy bién!". Algo es algo.
El sábado, fue un día de tranquilidad casera. Jugamos a hacer gimnasia, posturas guerreras... Y acabamos debajo de la manta convertidos en gusanitos que no pueden salir de su casita porque el mundo está inundado. Un juego de fantasía por cortesía del mayor, que la derrocha a raudales. También hubo mucha tele y algún juego en el ordenador, estrategia indispensable para que mamá pueda avanzar algo en las labores del hogar. Nos quedamos con las ganas de parque porque el tiempo no acompañaba.
El domingo, volvió el carnaval a mi casa. Estábamos invitados a comer a casa de mi suegra y nos pareció una excusa buenísima para volver a disfrazarlos: Daniel de Ironman e Iván de chino (aunque, para que fuera más contento, le contamos que iba de ninja chino guerrero). El traje mandarín se lo trajo Papá de un viaje por trabajo a China a Daniel cuando era un minúsculo bebé. El otro día, ordenando un armario, salió del olvido y decidí aprovecharlo con Iván. ¡Bien guapo que iba!
Cómo el día amaneció nublado, les endosé las botas de agua y salimos decididos a recalar en un parque si la lluvia no lo impedía. No sólo no lo impidió sino que salió un sol esplendido y pudimos disfrutar a tope de los columpios. Hasta que el lagartijo del pequeño hizo un movimiento en falso y se comió la arena desde una altura considerable. Susto morrocotudo, clinex ensangrentados, la botellita de agua derramada en su carita, limpieza a fondo, chupete, bracitos... ¡Y otra vez con las pilas cargadas para hacer el bestia! Cómo yo veía que el labio se le hinchaba por segundos di por terminada la sesión de parque y nos fuimos corriendo a casa de la abuela a por hielo.
Se dejó mimar y poner el hielo un ratito, pero no aguantó mucho quieto. Estos niños son incapaces de relajarse ni medio minuto. El pobre tenía la carita hecha un cristo, pero se le veía tan contento, así que la preocupación fue disminuyendo poco a poco.
Pasamos una tarde muy divertida, pero no pudimos volver al parque, como era nuestra idea, porque la lluvia terminó por caer.
Qué guapos están!!! El traje de chino es precioso... Y hay que ver si te dan sustos, oye. Yo pensé que en estos parques modernos de ahora, con moqueta blandita, no había forma de meterse piñazos a la antigua usanza. Creí que rebotarían o algo. Jajaja. Besotes!!!
ResponderEliminarPues le debimos llevar a uno anticuado porque tenía arenilla de esa que te deja toda la cara al estilo puntillista ;)
EliminarPues sí que han dado de sí los carnavales en tu casa... ¡y nosotros este año nada de nada!
ResponderEliminar¿Cómo está el labio malherido?
Mucho mejor. Está lleno de raspones entre la nariz y el labio, pero ya todo con costra y curándose. Muchas gracias :D
EliminarMadre Mia que guapos estan estos spaierman, chinos ironman etc no veas si teneis de disfraces teneis no??? Que suertudos.
ResponderEliminarEs que yo los pijamas los compro de doble uso jajaja
EliminarAsí van disfrazados y la mar de cómodos ;)