La búsqueda de huevos de Pascua está en serio peligro. El animalito mágico que se encarga de esconderlos ha desaparecido. Mis fieras están profundamente preocupadas por este inesperado giro de lo acontecimientos que puede dejarles sin su acostumbrada ración de chocolate acostumbrada por estas fechas. ¡Hay que hacer algo!
Para poneros en situación, el conejito simboliza abundancia, fertilidad y renovación y los huevos de chocolate, la nueva vida.
Hemos investigado el caso y resulta que algún desalmado se ha atrevido a asesinar a un ser tan peludito y adorable como es el conejito de Pascua. ¡Horror! Estamos ante la escena del crimen: un truculento charco de sangre sobre la figura dibujada del conejo, una extraña huella, números muy característicos y un extraño mensaje "damnare lepus". ¿Qué querrá decir todo esto?
Será mejor que conozcamos un poco a los sospechosos:
- Jesús de Nazaret: Tiene envidia de la creciente popularidad del Conejo de Pascua.
- Poncio Pilato: Se secó en el conejito, éste le mordió y se tienen ojeriza.
- María Magdalena: Quiso secarse las lágrimas en el conejito, que se enfadó.
- Soldado romano: Tenía hambre.
- Angelito vengador: No le gustan las cosas cuquis.
¡El misterio está servido!
Pero hay que tener cuidado con las acusaciones... cada fallo acerca más a los cuatro jinetes del apocalipsis y a los tres errores, llegan y se acaba el mundo.
Las fieras me miran por el rabillo del ojo. No están muy seguros de por dónde tirar. Tantos Escape rooms y Mistery murders en su vida para esto. En fin, les voy a dar una pista: "Mirad todo lo que hay en al escena del crimen: un huella de un calzado muy peculiar, una frase en...
"¿Alemán?"
"¡¿Pero qué dices?!"
"¿Ruso?"
"¿Veis algún ruso o alemán entre los sospechosos?"
"Aaaaah. Ya lo entiendo. ¡Es latín! Son todos romanos"
"¡Qué van a ser todos romanos! ¿María Magdalena es romana?"
"Yo no conozco a esa señora"
"¿Y Jesús? ¿Jesús es romano? ¿En serio? A ver, dónde nació Jesús?"
"En España"
...
"Mamaaaaa, espera. Vueeeeelve. Que era bromaaaaa"
Cómo soy buena persona, volví, pero un pelín mosqueada.
Iván, que es el menos cafre de los dos, se autoproclamó líder de la investigación y comenzó con las indagaciones.
"Vale, a ver. Jesús nació en Belén. El ángel en el cielo. Esta señora no sé quién es... Mamá , ¿por qué pones los ojos en blanco?"
"Nada, nada hijo. Que cómo se nota que vais a Valores.. ejem".
"Pues si no tenemos ni idea de religión católica no es nuestra culpa. Sigo... El soldado es evidentemente romano, pero si se hubiera comido al conejo, ya no habría cadáver... Y tenemos que encontrarlo, ¿no?..."
"¡Exacto!"
Ya me estaba entusiasmando de nuevo.
"Que sí, que sí", intervino el mayor, "que el asesino va a ser este tipo", aseguró dando la vuelta a Poncio Pilato, "aunque ni idea de quién es"
"¡¡¿No sabéis quién es Poncio Pilato, el que se lava las manos ante el veredicto que condena a Jesús?!!"
Ambos se encogen de hombros.
"Pues va a haber que hacer maratones de cine de Semana santa"
"¡Estas tú!", se ríe exageradamente la fiera mayor.
"¿Estoy qué?"
...
"Déjalo, mamá. No lo entenderías"
"En fin, pues sí. Con más potra que sagacidad habéis descubierto al culpable"
Leemos lo que pone en la trasera de la tarjeta:
"Efectivamente. Poncio Pilato es el culpable. Calza las sandalias romanas que dejaron huella en la escena del crimen y nunca perdono el mordisco al conejo".
"Pues hubiera molado que llegaran los jinetes...", agregó con pena el primogénito.
"¿Y ahora qué?", me preguntó directamente el Benjamín, que es mucho más práctico y ya se le veía saborear el chocolate con antelación.
"Pues ahora a buscar el cuerpo del conejo", afirmé yo muy dispuesta a no dar ni una pista más. Aunque claro que les di más porque si no, nos quedamos allí hasta mañana.
Las tumbas las encontraron rápido. Sólo tuvieron que seguir la estela de conejitos de pascua hechos con servilletas.
Y cuando las tuvieron delante y tuvieron que descifrar las palabras mágicas sudaron tinta. Y eso que eran códigos facilísimos. El único que cayeron rápido fue el del infinito que se convierte en 8. Los otros dos les costó más sacarlos y eso que uno simplemente cambiaba letras por los números que se les asemejaban y la otra las letras por el número que representa su lugar en el abecedario. No me lo curré mucho, no. Pero se pegaron bastante tiempo pensando hasta que al final lograron abrir las tres tumbas.
Recuperar el cuerpo del conejito estuvo bien, pero les hizo más ilusión todavía los señuelos de las tumbas faltas: sendos conejitos de chocolate. De los que dieron buena cuenta de inmediato.
En la tumba real encontraron las instrucciones y todo lo necesario para revivir el cadáver. Sólo tienen que hacer huevos caseros y ofrecerlos en un altar a cambio de la vida del conejo de Pascua.
Ambos decidieron dejarlo para el día siguiente, ya que ese día habían conseguido lo que andaban buscando: chocolate que llevarse a los dientes.
Pero mañana, aaaaaay mañana, mañana necesitarían más chocolate para ser felices. El de los huevos que van a cocinar y que tras ofrecerlos en el altar, tiene claro dónde van a acabar (me lo tendría que comer yo para que se fastidien). Y pasado mañana, más todavía con la búsqueda de los huevos. Si es que logran resucitar al conejito.
En fin, que el juego de La resurrección del Conejo de Pascua todavía no ha terminado XP
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