Además, tienen un juego que enriquece la visita. Al entrar en la primera sala no olvides pararte a ver el vídeo y un soldado rebelde te encomendará una importante misión que realizar en esa misma sala. Algunas veces tendrás que elegir entre dos opciones y si tu opción no es la correcta leerás mensajitos como "¿Estás loco? ¿Cómo se te ha ocurrido que podrías ganarles tu sólo? Te das el tortazo padre y vuelves al anterior punto".
Los peques estaban entusiasmados con el juego. Corrían de una figura a otra en busca de la tarjeta reveladora. Cuando conseguías el objetivo pasabas a la siguiente sala, veías el vídeo y continuaba la aventura. Si vais, no dejéis de hacer la aventura.
Otro imprescindible es la réplica a escala real del colosal Rancor de Jabba el Hutt. Además de la entrada, hay que pagar un par de euros para que te dejen traspasar la cinta de seguridad y hacerte las fotos más divertidas de tu vida.
Nosotros enseguida nos metimos en el papel para dar realismo al asunto. El chico que nos hacía la foto tuvo mogollón de paciencia con nosotros y nos tiró un montón de fotos, que si ahora así, que ahora asao... Es que estábamos los cuatro emocionados con el bicho. Desde luego, rentabilizamos los dos euros.
De hecho, estoy pensando coger una de estas fotos para hacer la felicitación de las próximas Navidades. Molaría ¿eh? Se le pone un gorro de navidad al Rancor, se le pinta de verde y un grinch auténtico jajajaja
A mis hijos les llamaron la atención muchísimas cosas. Entre ellas la colección de cuadros hechos con café de la entrada. ¡Y a mí también! Me han parecido extraordinarios. ¿En serio están pintados con café? ¡Son la caña! La sala de las naves también les emocionó, sobre todo porque había una exáctamente igual a la que tenemos en casa. ¡Anda que no se pasaron tiempo señalando la nave y gritando: "¡Esta la tenemos! ¡Es igual a la de casa!".
Por supuesto, saludar al mismísimo Darth Vader (Sin llegar a tocarle) también es algo que impresiona. Lo que les dejó un poco decepcionados fue al pasillo de la Estrella de la Muerte, según Daniel podría ser el pasillo de cualquier nave. No sé que se esperaban.
Entre las paraditas, las fotos, posar con nuestros personajes preferidos, la sesión de fotos con el Rancor y el juego nos pegamos un buen rato en la exposición, que nos ha parecido completísima. Con la entrada nos regalaron descuentos para el McDonalds del centro comercial y un dos por uno en el Minigolf, algo de esquiar que ni idea porque no esquío (profpait o algo así) o media hora en una actividad que llaman toboganing.
Como teníamos claro que a lo de esquiar no (sin saber...) y a los niños no parecía entusiasmarles mucho lo del toboganing, nos metimos en el minigolf. Tiene 18 hoyos y es lo bastante fácil como para que no se frustren, aunque Daniel tuvo un mal momento como a mitad y casi tira la toalla. Gracias a las sabias indicaciones de su padre, ambos críos acabaron el circuito con una puntuación bastante buena y con muy poca diferencia entre ambos. A mí nunca me ha gustado el minigolf, así que no podía ayudar mucho en el tema.
Lo cierto es que fue una mañana llena de emociones.
ohhh me encanta la saga!!! que envidía.. yo ví hace unos años una que hicieron muy grande en el Castillo, pero esta que nos enseñas tiene mucho mejor pinta!!
ResponderEliminarPues una hecha en el Castillo debe molar mogollón!!! Nosotros fuimos a una del señor de los anillos que nos pareció la bomba!!!
EliminarNuestros peques hubieran flipado. Gracias por el artículo.
ResponderEliminarPues sí, seguro que les hubiera encantado :D
EliminarA lo mejor la llevan cerquita tuyo después del 30 de abril. Ojalá!!
Menos mal que Xanadú me pilla lejos porque si no ya estoy viendo al churri llevándome de los pelos. Jajajaja. Besotes!!!
ResponderEliminarPues no se lo cuentes por si acaso jajaja
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