Un día cualquiera tocaron al timbre y al abrir me hicieron entrega de un paquete muy curiosón. En papel transparente habían envuelto cuatro paquetes de diseños monísimos de tiritas de Salvelox y un molde de arena para construir perfectas pirámides aztecas. Confieso que esto último me llamó mucho la atención y me dieron unas ganas de locas de irme a la playa a estrenarlo. Pero volviendo a la realidad, me fijé con detalle en los paquetes de tiritas y me fascinaron. ¡Qué bonitas! Sobre todo la de los gatitos y perritos, son tan enamorables...
Aunque las otras tres no se quedan atrás: las de Hello Kitty me recuerdan a mi infancia, porque sí señores, yo también caí bajo los encantos de la dulce gatita. Y la de los Minions y Bob Esponja tenían en éxito asegurado con mis churumbeles porque son muy fans de estas marcas. Casi no podía esperar a que volvieran del cole para enseñarles la sorpresa.
¡Y vaya si se sorprendieron! Les encantaron los diseños de la tiritas, pero no tenían ninguna heridita para ponérsela. Al más pequeño le vi demasiado decidido a conseguir una excusa para ponerse la tirita, así le aseguré que podía ponerle una sin magulladura, sólo por esta vez. pero el mayor puso el grito en el cielo. ¿¿¿Quéee??? ¿¿¿Cómo??? ¿Malgastar esas preciosidades? ¿Estamos locos? ¡De eso nada! "Y lo mejor será que las guarde yo en mi habitación", terminó diciendo mientras recogía las cajas.
Pero no se lo íbamos a poner fácil. De eso nada. Enseguida le dejé claro que las tiritas se iban al botiquín. Al poco, Iván apareció con una gran sonrisa y una mini heridita en la mano. Daniel la examinó con lupa y dictaminó que no era suficiente para usarlas, pero yo intervení antes de que se enzarzaran en una cruenta pelea y necesitáramos además el antichichones.
Por supuesto que Iván podía usar su tirita. ¡Si habían muchas! Después de una tremendo debate, llegamos a un acuerdo justo para todas las partes. Iván se pondría su ansiada tirita de los Minions y Daniel podían guardar en su habitación una tirita de cada modelo. ¡Todos contentos!
Por fin le puse la tirita al pequeño en su heridita. "¿Que tal Iván?", le pregunté, "¿Mejor?". "Síiiiiii", exclamó el pequeño con la mejor de sus sonrisas. "¿Esto tiene medicina?", quiso saber, "Es que ya no me duele". Le aseguré que me alegraba mucho, pero que la tirita no tenía medicina, que servía como protección para que no se le colaran bichos malos por el agujero en la piel que se hacía con las heridas. "¿Algo así como la costra?" inquirió. "Sí, cariño. Parecido" zanjé el tema con un besito, que los besitos de mamá también tienen propiedades curativas de valor incalculable.
Le duró bastante, un día entero. Y por la noche ya se la había quitado porque siempre le digo que por las noches no se pueden llevar tiritas para que las heridas respiren.
Según la descripción de sus características el material con el que las han fabricado es flexible y duradero, así que si se la hubiera dejado a lo mejor le hubiera durado algún día más. Encima es hipoalergénica y transpirable, ¡vamos! que no hubiera hecho falta que se la quitara por la noche. Y además protegen del agua y la suciedad, así que mi explicación sobre su utilidad fue de lo más acertada.
Cuando se nos acaben las buscaremos en nuestra farmacia. Cuestan 2,15 euros las 20 unidades, menos las de Hello Kitty que traen 14.
jajaja la verdad es que con esas tiritas no me extraña que las heridas se curen a velocidad super sónica.
ResponderEliminarCon las tiritas y los besos de mamás jajajaj
EliminarYo les recomiendo usar el Apósito hidrocoloide, evitan así no el avance de la enfermedad, pero si la picazón que esta suele ocasionar.
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