viernes, 10 de agosto de 2018

Rol en vivo Ch'aa

El sábado por la tarde era el momento que más esperaban mis churumbeles en las Jornadas Tierra de Nadie. Se celebraba la partida de rol en vivo Ch'aa de la mano de la familia Carmona y ACME con la temática de Indios y Vaqueros.

Daniel e Iván eran indios. El primero rastreador y el segundo guerrero. Convocaron a todos los participantes en una sala para explicarles sus objetivos y orientarlos un poco en lo que tenían que hacer. Otro años habían hecho una especie de Gymkhana, pero este era rol en vivo de verdad. Así que los niños tenían que cumplir diferentes objetivos según su papel, tenían diferentes habilidades y ¡hasta podían morir!

El objetivo general era conseguir la paz entre los vaqueros del pueblo, los ganaderos y los indios. Entremedias estaba la familia Dalton liderados por Ma, que éramos básicamente los padres de las criaturas. Nuestro papel era malmeter, dinamizar un poco por si veíamos que decaía la cosa, hacer maldades y mentir como bellacos. ¡Lo que me pude reir!

Mientras, los niños tenían que conseguir pieles y alimentos escondidos por el patio, buscar los trozos de las piedras de la paz, a la princesa india desaparecida, una ovejita de los ganaderos... Y todo eso con nosotros acusando en falso, robando el banco e intentando escapar de la cárcel cada dos por tres.

La cosa se desmandó un poco porque los peques iban armados con Nerf y estaban deseando usarlas, así que armaron un pifostio tremendo en el que las balas volaban a lo bestia y el máster se tuvo que enfadar y poner orden. En consecuencia llegaron los federales para tenernos bajo vigilancia el resto del juego.

Y creo que fue más o menos ahí cuando el más pequeño se cogió un berrinche del quince porque él lo que quería era pegar tiros y no buscar recursos para vender. Si no le entendí mal. Porque tenía tal sofoco que tampoco se sabía explicar. El máster intentó arreglar el asunto, pero el peque ya no atendía a razones. Como le conozco decidí llevarle con el padre antes de que reventara el juego a todo el mundo con su mala leche.

Cuando volví los indios y los vaqueros me hicieron prisionera porque mi familia había secuestrado a una india y sólo la devolverían si les entregaban a todos los miembros de los Dalton. Así que comenzó una dura negociación para llegar a un acuerdo de paz entre todos.

El máster nos volvió a convocar a la misma sala y comprobó que se hubieran conseguido los objetivos: ¿Habían suficientes recursos recolectados? ¿Habían encontrado todos los trozos de la piedra? ¿Habían calmado a los espíritus? ¿Habían liberado a la princesa india y a la oveja? ¿De quién es la oveja?... Y lo último y más importante. ¿Habían trabajado juntos por la paz? Ejem, ejem...

Al final, el máster hizo la vista gorda y aceptó pulpo como animal de compañía. Incluso hubo una boda entre una de las chicas de nuestra familia recién reformada y un ganadero. Todo acabó de forma feliz... Excepto para Iván, que tiene un castigazo por abandonar la partida a mitad.

La norma para apuntarse a actividades es que hay que cumplir pase lo que pase.

Daniel, por su parte, se lo pasó pipa haciendo el indio. Al finalizar las jornadas me contaba entusiasmado que esta actividad había sido la que más le había gustado. ¡No me extraña! A mí también.

4 comentarios:

  1. Mantener la paz con armas... un planteamiento real como la vida misma. Jajajaja. Me encanta que os lo hayáis pasado bien aunque una pena que el peque se haya llevado un disgusto. Besotes!!

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    1. El disgusto se lo llevó porque quiso. Con estas experiencias supongo que aprenderá tarde o temprano a razonar... o no

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  2. Q bien lo pasais!!! y q guapos vestidos de indios!!!

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