Nos habían dicho que La Laguna se ponía precioso en Navidad, así que no dudamos en coger el autobús y plantarnos allí con muchas ganas de comprobarlo. Efectivamente estaba preciosa. Normal, teniendo en cuenta que la ciudad fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es que ya de por sí es bonita en cualquier época del año. Pero, como todo en estas fiestas, todo se había teñido de la magia navideña y como que brillaba más.
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Estilo Grinch |
Seguramente porque estaba hasta arriba de luces por todos los lados: árboles, suelo, calles, paredes, balcones... Pocos lugares se salvaban de la iluminación. Y de la gente, porque había mogollón de gente paseando y disfrutando del ambiente igual que nosotros.
También habían enormes construcciones lumínicas con formas de árboles, regalos, bastones... y todo lo que recordara a la Navidad. Y todos buscando el mejor hueco para hacer la foto de Instagram. Alguna foto no quedó muy para enseñar, pero menudas risas. Que nos quiten lo bailao.
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Aquí el único feliz, el padre |
Acabamos la aventura en una cafetería con mucho encanto y muchos problemas de abastecimiento. Aún así cenamos estupendamente y la camarera que nos atendió era un amor e hizo muy divertida la yincana de pedir algo de la carta que les quedara. Estaba hasta arriba de gente y yo pensé. Aquí estamos todos pensando que vamos a elegir a la carta y resultan que son lentejas, las tomas o las tomas porque no nos ha llegado el pedido y es lo que hay. Todos con una sonrisa en la cara y charlando animadamente: ¡más milagros de navidad! O a lo mejor es que los canarios se toman esto con mucha más calma que los madrileños en plan "traiga lo que sea que la alegría ya la ponemos nosotros". No sé. El caso es pasar un buen rato y consumir, que sin consumir ni es Navidad ni es ná.
¿A que parece todo muy bonito? Pues no, porque las fieras a veces estaban entusiasmadas con lo que veían y al siguiente segundo de morros porque no querían ir y les habíamos obligado. Sólo normalizaron su comportamiento bipolar cuando nos sentamos en la cafetería y su único objetivo paso a ser llenar la barriga. Hasta entonces menuda montaña rusa emocional. Acabé agotadita de lidiar con ellos.
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