No tardaron mucho en llamarnos para vendarnos los ojos y comenzar la merienda. Primero nos pusieron delante pinchos muy originales y teníamos que adivinar lo que llevaban. El que antes lo adivinara se llevaba un premio. Raúl era imbatible en esto.
Luego comenzó una segunda parte que me hizo mucha gracia. Uno de los participantes permanecía con los ojos vendados y el resto elegía un ingrediente. Se le ofrecía al jugador "ciego" y éste podía decidir si se ponía en el plato o no conjurando a la suerte para que el resultado final fuera rico. Cuando había accedido a tres o cuatro ingredientes, tenía que probar la mezcla y adivinar lo que llevaba. ¡Qué risas!Mi plato tenía pan, nocilla, leche condensaba y gusanitos. El de Raúl, nachos, queso de untar y judías blancas. Iván no se atrevió a probar. Y eso que le prometimos que no nos pasaríamos con él, pero no hubo manera. No se fiaba.
Con el resto de participantes también nos reímos mucho con el juego de elegir ingredientes a ciegas. Me pareció tan divertido que quiero repetirlo en casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me encanta saber lo que piensas.