
La última creación ha sido un supercamión larguísimo que mi hijo procedió a desmontar y destrozar en cuanto cayó en sus manos. Raúl se lo volvía a montar cuando el chiquitín le buscaba con algunas piezas en la mano y exigiendo que se lo arreglara. Yo le explicaba con paciencia que lo mejor era jugar con él sin romperlo. "Así, Daniel, mira. Hazlo correr por el pasillo" y así lo hacía el enano, hasta que me daba la vuelta y volvía a oir las piezas volar. En fin, mientras él se divierta y no se cargue las piezas de verdad...
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