sábado, 26 de diciembre de 2015

Desparrame navideño

Lo que les gusta a mi hijos una fiesta. No lo pueden evitar. La viven a tope y nos contagian a nosotros. Que es lo mejor.

La tarde previa a la noche buena nos encajamos nuestros gorros de Papa Noel y nos fuimos cargados de panderetas, armónica y maracas a la calle a cantar villancicos a voz en grito de camino a casa de las abuelas. Daniel felicitaba la Navidad a todos los que nos cruzábamos y la gente contestaba alegremente. Uno de los felicitados incluso compartió su bolsa de chuches con los peques al grito de ¡Feliz Navidad! Fue un trayecto corto, pero intenso.

Una vez en casa de las abuelas siguió el cachondeo hasta que papá nos llamó a la mesa para una sesión de rol especial Navidad. Nos había preparado una partida chulísima de Hero Kids en la que el Hada Gominola bajaba de las estrellas para bailar y dar vida a árboles de Navidad y muñecos de jengibre con sus polvos mágicos. Tuvimos que esquivar bolas de navidad y bastones de caramelos, pero al final logramos convencerla para que dejara el pueblo en paz y se volviera a su estrella. Y eso que tenía bastante mala baba el hadita. A mí me convirtió el espadón en caramelo. Lo bueno de esta aventura es que nos podíamos comer a casi todos los malos cuando les ganábamos jajaja

Tras tantas aventuras, pusimos la mesa y disfrutamos de una cena de lujo: merluza al horno con almejas, tigres, langostinos... Y muchos muchos dulces. Acabamos todos como bolas de Navidad. Hasta Iván comió estupendamente. Y eso que normalmente le cuesta.

Como los niños estaban muy animados, papá sacó los juegos de mesa y siguió la diversión. Mientras la abuela Paca y yo disfrutábamos de un poco de tranquilidad, Raúl, la abuela Chari y los niños pescaban peces en el polo norte con Kayanak. Les oía reir de fondo y miraba el reloj de vez en cuando. ¡Que tarde era! Como se lo estaban pasando tan bien daba pena cortarles el rollo. ¡Pero llegó el momento de irnos a casa porque si no nos íbamos a dormir corríamos el riesgo de que Papa Noel no pasara a dejar nuestros regalos.

Nada más salir a la calle, los peques se dieron cuenta de que en el cielo lucía una preciosa luna llena. "¡El Hada Gominola!" exclamaron a la vez. Tuvimos que andar todo el camino repitiendo que no existía tal personaje y que no nos íbamos a ver rodeados de árboles de Navidad y galletas de muñecos de jengibre con malas intenciones.

Como era de prever, se quedaron roques en cuanto sus cabecitas tocaron la almohada. Entonces los renos aprovecharon para aterrizar frente a nuestra ventana.

Al día siguiente se levantaron de un salto y casi no nos esperan para a abrir sus regalos. Estaban entusiasmados y habían gritos de emoción ante cada descubrimiento. "Una totuga moniiiiiisima", chillaba Iván, "Y se puede coloreaaaaaar".

"Mira mamiiiiiiiii", berreaba Daniel, "Todo lo que cocina que pedíiiii. Bueno, no. Falta el cazo y la sartén, pero me han traído ¡¡¡cuchillitooooos!!! Síiiiiiii. Y, ¡mira!, moldes de monstruos y sellos de animales para galletas. ¡Halaaaaaaa! ¡¡¡Una batidoraaaa!!!"

Mientras tanto, Iván se abrazaba feliz a su nuevo perrito de peluche Bonito y le curaba con su set de veterinario. Quitaban los papeles a los paquetes entusiasmados y dedicaban un rato a estudiar lo que tenían entre manos muy sonrientes.

Todos los regalos fueron recibidos con emoción. Papa Noel ha triunfado esta Navidad.

2 comentarios:

  1. ¡Qué de regalos!!!!! q guay!!!!!
    Se ve q se han portado bien este año ;)

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    1. Massss o menosss... Es que Papa Noel ha hecho un poco la vista gorda jajaja

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