A comienzos de verano me apunté a una promociòn de Youzz y Catisfactions. Al poco me llegaba a casa una gran caja llena de bolsitas de esta golosina para gatitos.
Ese mismo día Fantasma pudo degustar, incluso empacharse diría yo, de las bolitas de dos bolsitas. Y ¿Por qué le di dos bolsitas? Os preguntaréis. Pues porque en esta casa hay dos niños y cada uno quería ser dueño y señor de su bolsita. La buena noticia es que no se las dieron del tirón, a pesar de que nuestro enorme gato les hacía ojitos... por primera vez en su vida. Normalmente los mira de reojillo y con desconfianza. ¡Con lo que le quieren los fieras!
Da penilla cuando se me acercan a preguntarme por qué Fantasmita no quiere estar con ellos con expresión lastimera. "Porque sois unos escandalosos y unos pedazos de bestiajos... eeeeh, superbuenos y cariñosos, pero bestiajos al fin y al cabo. A los gatos les gusta la paz, el silencio, la tranquilidad, las caricias suavecitas...". Entonces es cuando intentan ganarse su confianza y yo me parto de risa (saco mi parte un poco malvada, lo sé). Se acercan despacito al minino que les observa con inquietud, le acarician despaaacio, el gato levanta el trasero precavido, se tiran directos al achuchón y ¡Fantasma se escapa de entre sus brazos con gran maestría y precisión! Punto para el peludo.
Pero en esta ocasión, no les hizo falta mucha estrategia para que nuestro lindo gatito se acercara a olisquear lo que tenían en las manos y se lo zampara gustoso para luego pedir más de la forma más efectiva: ¡ataque de monería! Les ponía una patita en el brazo o pierna y les miraba fijamente con su expresión más encantadora. Y claro, Iván claudicaba enseguida. Pero Daniel era más duro y cerraba su bolsa hasta más tarde: "Es que tanta chuche no es buena para él. ¿Verdad, mami?". Que pena que no aplique la misma regla cuando las chuches le caen a él.
El caso que entre pitos y flautas. Cuando llegó la hora de irnos a la cama, nuestra mascota se relamía de gusto tumbado todo lo largo que es en el sofá y ambas bolsitas estaban ya vacías.
Iván se olvidó del asunto, pero Daniel intentan ganarse el cariño del gato por medio de su estçomago de vez en cuando. Se están forjando lazos preciosos. El otro día pillé a Fantasmita acariciando a Daniel en la cabeza en el respaldo del sofá (Sí, sí. Lo que habéis leído, Fantasma a Daniel y no al contrario. El niño estaba absorto en la tele y el gato venga a darle con la cabeza y la pata en el pelo).
Pero no os equivoquéis. Aquí la prefe sigo siendo yo. No en vano llevo sirviendo su comida once años. Casi nada. Eso sí, las chuches se las dejo a mis primogénito que, de vez en cuando, rebusca en la caja de las bolsitas y se va en busca de nuestra mascota, que viene lanzado en cuanto escucha el ruido. No es listo ni ná.
Nota aclaratoria: El sofá es el juguete preferido del gato. Se nota. ¿No?
A mis gatos les encantan esas chuches!!!
ResponderEliminarAntes de que dijeras nada ya estaba yo pensando cuánto se parece el reposabrazos de tu sofá al del mío. Jajaja. Besotes!!!
Los sofás tienen una increíble atracción para las uñas de los gatos jajaja
EliminarYa te puedes dejar una pasta en rascadores y afiladores que ellos siempre vuelven ainss
Deben estar buenas esas chuches :D
q adorable Fantasma! me encantan los animales!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarEmpacho chuches jejejeje
Nuestro Viernes tiene alimentación especial y de esos chuches tuvo q olvidarse hace unos años :( alguna vez... si le damos un capricho :D
Pobre Viernes, pero es por su bien. Así de guapo y saludable está. A Fantasma ya sólo le da las chuches Daniel, así que son muy de vez en cuando. Primero porque se le olvida y segundo por su salud. Como imitan a los adultos jajaja
EliminarOsti si se nota, jajajajajaja!
ResponderEliminarMuas!
Lo vamos a declarar en estado de catastrófico jajaja
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