Resulta que es un deporte, bastante bestiajo, por cierto, pero con unas reglas estrictas y unas normas de seguridad muy rígidas. Aquí los que se juegan el tipo son los árbitros que poca seguridad llevan para andar entre esos tipos enormes con armaduras de más de 30 kilos y armas macizas, aunque sin filo, evidentemente.
La competición consiste en el enfrentamiento entre equipos de cinco miembros. El objetivo es tirar al suelo a los integrantes del equipo contrario a fuerza de golpes, empujones y zancadillas. Gana el que haya tirado a todos los del equipo contrario. Tiene tres rounds y deben ganar dos. Es muy impresionante de ver, pero más impresionantes es el buen rollo que hay entre los jugadores seas del equipo que seas. Buen rollo que se contagió al público que animaba a todos los contendientes fervientemente y aplaudía enfervorizados las jugadas más impactantes.
Si en algún momento quedan en pie un jugador de un equipo y tres o más de otro se para el juego y se da la victoria al que tiene mayoría numérica. Se hace así porque la diferencia es tan alta que se entiende que el jugador en desventaja no tiene ni una oportunidad de ganar. En cambio, si son dos a uno sí que puede dar la vuelta a la balanza.
Los jueces son los que mandan, pero les cuesta bastante hacerse entender porque los colosos, a los que sus cascos protectores les impiden oír bien. Y que están a lo suyo, claro. Los jueces golpean sin piedad con sus banderas amarillas hasta hacerse entender. Es muy importante porque en muchas ocasiones se desprenden partes de la armadura y eso es un peligro para el jugador. En una ocasión se le cayó a uno el casco y fue un momento de tensión máxima hasta que los árbitros lograron parar la batalla y el damnificado salió pitando. Sospecho que los cascos tampoco dejan una buena visibilidad, así que era una situación tremenda para el pobre chico.
También se cargaron unas cuantas veces las vallas de seguridad a fuerza de tortazos. Se paraban los combates hasta que se arreglaba el estropicio. El público tenía que sentarse a una distancia prudencial porque saltaban chispas y trozos de armas y armaduras.
Lo cierto es que la competición fue muy emocionante y lo pasamos genial. Duró seis horas repartidas entre un sábado por la tarde y un domingo por la mañana y algunos jugadores se tuvieron que dar de bajas por lesiones. A nosotros nos había asegurado uno que se sentó con nosotros un rato a descansar que estaban tan bien protegidos que no les dolían los golpes, pero yo no estaba tan segura porque los pobres caían como moscas y hasta tuvieron que prestarse jugadores entre los equipos para poder seguir participando.
Al finalizar anunciaron a los ganadores del torneo y organizaron un combate amistoso de 10vs10 que fue absolutamente impresionante. Una pena que no pudieran hacer las segunda vuelta por culpa de una lluvia torrencial.
Pero después de tantas horas de combate medieval la gente no se lo pensó dos veces antes de poner pies en polvorosa hacia el tejadillo más cercano.
A Daniel le ha quedado clarísimo el deporte que quiere practicar.
Pues sí que se arrean bien, sí. Da miedito verlos. Jajajaja. Besotes!!!
ResponderEliminarSíiii. Se arreaban muy fuerte, pero luego se ayudaban a levantarse y se llevaban muy bien. Ya les gustaría a los futbolistas ese ambiente
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