Este domingo se estrenó Zas en el Teatro Arlequín Gran Vía, un espectáculo en el que Magic Pablo, Pablo Barán, y su equipo nos trasladan a un mundo en el que se entremezclan los números de magia de toda la vida, y que nunca dejan de sorprender, con una coreografía y puesta en escena muy cuidada y llena de luz y color. Los juegos de luces y sombras son constantes y el ritmo se te mete en la piel. A veces, ni siquiera hacía falta que los actores nos pidieran que hiciéramos palmas para que el público se acompasara con la música muy animado.
Daniel entró en la sala con mucho excepticismo porque está en una época de su vida en la que duda de todo lo que no se puede probar científicamente (¡Hasta de los reyes Magos! ¡Horreur!). Sentado en su butaca me aseguraba muy ufano que me iría explicando los trucos del mago según los fuera haciendo. Pero, al poco de empezar el espectáculo, aplaudía más emocionado que nadie y me señalaba al escenario diciendo más alto de la cuenta cosas como: "Mamiii. Eso que ha hecho es imposible y lo sabes", "Halaaaaa. ¿Lo has visto, mami?. ¿Lo has vistoo? ¿Cómo lo ha hecho?".
Por su parte, Iván, que había comenzado la jornada con morros por nuestra negativa a darle chuches las 24 horas del día, se había olvidado de su indignación y seguía muy atento las evoluciones del mago y sus ayudantes. Cuando cambiaban de escena me preguntaba muy angustiado: "¿Ya se ha acabadoooo? Jooo, que cortooo", pero yo le tranquilizaba asegurando que aún quedaba mucha magia que ver... Hasta que se acabó y el peque volvió a fruncir el ceño porque, según él, "Ha sido muy cortooo". La hora que duró se le pasó en un suspirito.
Los números de magia van envueltos en una historia muy al gusto de los pequeños espectadores: Zas ha desaparecido y Magic Pablo va a tener que hacer las maletas y meterse de lleno en todos los rincones de la magia para encontrar a tan tierno y peludo amiguito. Menos mal que va muy bien acompañado. Adivinad quien es Zas. Mis hijos quieren uno igualito para que haga compañía a nuestra fantasmita, ainss.
Al acabar, nos levantamos de la butaca comentando los números más emocionantes y saludando a maravillosas blogueras que también habían asistido al estreno. Al salir, Daniel insistió en hacerse una foto con Pablo Barán a pesar de la cola. Le hizo una ilusión tremenda acercarse al mago. Iván es más timidín.
Cuando llegamos a casa todavía comentaban entusiasmados lo que más les había impresionado del espectáculo.
Interesantísimo por lo que cuentas.
ResponderEliminarNo eres la única que he visto que ha ido.
Que envidia en esos casos las que vivís en Madrid jajjaj
Besos
Un espectáculo muy bonito. Mantiene la atención de los peques durante toda una hora. Eso es todo un reto :D
EliminarParece divertido, es lo que tienen las ciudades grandes
ResponderEliminarEn las pequeñas también hay espectáculos chulos!!
EliminarMe encantan los espectáculos de magia. La última vez que fui a ver uno recuerdo que fue en La Cripta Mágica (creo recordar que lo conté en el blog). También vi una vez a Jorge Blass en el Teatro Circo de Albacete. La magia es algo... mágico. Jajajaja. Besotes!!!
ResponderEliminarMuy mágico jajaja
EliminarRecuerdo cuando fui a ver a Tamariz. ¡Una pasada! MI ídolo. Aquí conservamos las cuerdas con las que le hizo un truco a Raúl que subió voluntario al escenario y que luego me tiró a mí. Me llevé unos cuando arañazos, pero no pudieron quitarme las cuerdas jajaja
¡Oye! Qué buena pinta! Me lo apunto para ir a verlo, que a los peques lo de la magia siempre les mola ;)
ResponderEliminarEs que la magia triunfa mucho entre los niños. Daniel e Iván alucinaron con algunos trucos. Que caras ponían jajaja
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