El segundo, y del que os vengo a hablar en este post, fue El príncipe Guilú, un viaje fascinante al corazón de cada uno, con un mensaje antibelicista patente y mucha influencia de obras maestras del estudio Ghibli, sobre todo de la maravillosa El Castillo Ambulante.
En sus páginas nos habla de amores muy fuertes, el de una madre por su hijo y viceversa; de una guerra que parece infinita, que lidera la codicia y el egoísmo de los hombres; de la magia, y sus dos caras; de las maldiciones de cada uno, que algunas se sufren y otras se desean; y del corazón humano, que nace puro y va perdiendo su esencia poco a poco a favor de metas estúpidas que brillan como el falso oro.Al menos ese es el mensaje que me ha llegado mientras seguía al pequeño príncipe Guilú en la búsqueda de la salvación de su madre, a cualquier precio. Aunque ese precio sea el más alto a pagar y se dé cuenta demasiado tarde que las cosas no son como uno las entiende en un principio. Hay que saber mirar más allá y abrir los ojos de la mente y el corazón. La verdad no es ni buena ni mala y el mejor camino a recorrer no siempre es el más fácil, aunque mucho nos gustaría a las madres allanárselo a nuestros hijos y que sólo tuvieran que correr en flamantes autopistas.Huelga decir que me ha encantado. Me ha conquistado como se narra la historia, las inseguridades del pequeño protagonista; la infinita pena de su madre, que intenta esconder tras su deber como madre y gerente de su reino (como casi toda madre); las fuertes personalidades de los secundarios, cada uno con una historia detrás que se adivina merecedoras de extensas novelas propias; los mágicos escenarios que parecen dibujarse en nuestra mente con cada palabra del narrador... Incluso el cameo, me han hecho gracia. Ahora tengo la necesidad de leer RoRo, el príncipe gato.
Las ilustraciones también son maravillosas. Ojalá hubieran podido añadir muchas más. Le dan mucha vida y expresión a las páginas del libro.
Ahora me arrepiento de haber dejado pasar tantos días antes de poder sentarme a leerlo tranquilamente. Me enganchó tanto que me lo leí de dos sentadas. Que hubiera sido una si no hubiera tenido miles de interrupciones (una, que también es madre y sus churumbeles quieren atención). En una de esas, le pregunté a Daniel si quería leerlo y me contestó que ya lo había leído. ¿Cuándo? ¿Y yo no me enteré? ¿No me dijo nada? Mi hijo se vuelve adolescente demasiado rápido. ¡Y se lo había leído por voluntad propia! Alucino. Normalmente, se los lee después de escuchar de mis labios una entusiasta opinión. Un poco desconfiada le pregunté sobre el argumento y, efectivamente, se lo había leído. Pero a su diez años se había quedado sólo en la superficie de la historia de aventuras y grandes peligros, más que suficiente para su edad. Aun así, espero que lo vuelva a leer dentro de unos años y descubra nuevos aspectos de la historia que ahora no puede entender.Aunque no hayan podido seguir adelante con su editorial, por ahora, se pueden encontrar todos sus títulos en Amazon, empresa que ha marcado un antes y un después en el mundo de la autoedición.
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