El viernes, día de Daniel, el desayuno consistió en unos delicioso gofres (comprados, lo admito) que hizo que los peques comenzaran muy felices la jornada. Justo ese día, el padre tenía la tarde cargadísima, así que tuvimos que pasar la celebración del medio día al sábado para poder disfrutarla los cuatro. Pero ese viernes el cumpleañero también pudo elegir la comida, aunque fuera hecha por mí. La elección fue ñoquis con salsa boloñesa, algo que nunca suelo comprar. Me sorprendió bastante, pero no protesté porque es algo muy fácil de preparar.
Esa misma tarde, quedamos con los amigos en el parque, para al menos que celebraran allí un poquito el cumple de Daniel. Les compré meriendas individualizadas (bollito envuelto en plástico y bolsa de patatas para cada uno) y les pedí que se lo comieran con seguridad. ¡Pues ellos solos formaron un círculo con la distancia de seguridad para poder comer y hablar a la vez! Desde luego, tenemos mucho que aprender de estos peques. Se lo pasaron genial jugando y brincando en el césped. Que pena que los rumores de cierre de parques se ciernan sobres sus cabezas...El sábado nos dimos una vuelta hasta la pastelería para que el mayor eligiera su tarta y luego a un restaurante japonés, puesto que se había decantado por ese tipo de cocina. Como no éramos capaces de decidirnos entre tanta delicia como había en la carta nos volvimos a casa con comida de sobra para dos comidas.
Y ciertamente estaba todo buenísimo. Los pasamos genial comiendo con palillos. A la hora de la tarta, Daniel se empeñó en encender sus velas porque ya era mayor y le dimos permiso, pero confieso que lo pasé fatal durante todo el proceso. Yo ya veía la catástrofe cerniéndose sobre nosotros, pero... que vá, lo hizo genial. No se quemó ni un dedo, ni la casa, ni nada.Sopló las velas y le hicimos entrega del único regalo que teníamos para él en ese momento (vaaaaale, nos dejamos ir, pero así irá teniendo sorpresas a medida que vayan llegando. Hay que ver la parte positiva a todo). Era una guía de personajes de Naruto. La serie que le tiene obsesionado últimamente. De hecho lo que no les había llegado eran los regalos de su abuela de Las Palmas y de su tía de Tenerife de los muñecos articulados de la serie. Se pasó toda la tarde inmerso en la guía enterándose de los poderes de cada uno y de los intríngulis de sus trágicas vidas, porque hay que ver la de dramas que viven estos ninjas.
También sacó tiempo para contestar brevemente las felicitaciones que le iban llegando. Mención especial a las de twitter porque se le ocurrió decir que, para él, eran más importantes que las felicitaciones que los regalos y va la madre (que soy yo) y lo tuitea. No tengo palabras para lo maravillosa que es la gente de esta red que mandaron un aluvión de felicitaciones para el niño. No veais que ilusión le hizo. Se los iba enseñando uno a uno y él me los iba comentando para responderles. Estaba feliz y menuda sonrisota tenía en la cara leyéndolas todas.
Podemos decir en cuanto al cumpleaños del mayor que ¡misión cumplida! Más difícil lo voy a tener para el del pequeño, que encima me temo que no vamos a poder ni hacer la quedada en el parque con unos pocos de sus amigos. A ver que me invento.Por ahora me centraré en la fiesta temática conjunta del próximo finde :)
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