lunes, 5 de octubre de 2020

La fiesta de cumpleaños Fortnite con amigos... sin amigos

En esta casa los cumpleaños de los niños se celebran como una especie de festividad navideña, una quincena salpicada de días especiales. En una situación normal, empiezan con el día en el que nació el mayo (velas, tarta, canción y nuestro regalo), sigue con la fiesta en familia del mayor (velas, tarta, canción, regalo en casa de las abuelas), continúa con la gran fiesta temática con amigos de ambos niños (Fiestón, juegos, regalos, merienda chachi, tarta, velas, locura máxima), sigue con la fiesta en familia del pequeño (velas, tarta, canción, regalo en casa de las abuelas) y suele terminar con el día en el que nació el pequeño, quince días después del día en el que nació el mayor (velas, tarta, canción y nuestro regalo). En medio de los días especiales emoción, expectativas, intriga... Lo dicho, como si fuera Navidad. Un maratón agotador para mí, para ser exactos. Pero en general lo pasamos genial y con eso ya vale la pena todo el esfuerzo.

Este año la cosa ha cambiado bastante y nos ha traído los cumpleaños COVID: ni parques de bolas, ni multiaventuras, ni fiestas en el parque, ni fiestas con amigos en casa... La salud es lo primero y cumpleaños va a haber muchos más.

Eso es lo que les dije a las fieras cuando les solté la noticia bomba: No va a haber fiesta con la familia ni fiesta con los amigos. Sólo las de los días. Eso sí, en sus días tienen derecho a elegir la comida que más les guste. Daniel apostó por la cocina japonesa e Iván se tiró a por los burritos mexicanos. Unas elecciones excelentes que les ayudó a sobrellevar la desilusión.

Lo que más les dolió, lógicamente fue la cancelación de la super fiesta temática con amigos, pero para eso también hubo premio de consolación. "Chicos, vamos a celebrar la mejor fiesta de amigos sin amigos de la historia de los cumpleaños de esta casa", ese era el reto. Y creo que lo logramos. Éste año habían elegido Fortnite como tema principal.

El viernes por la tarde todos pusimos de nuestra parte para hacer una decoración grandiosa (alguna más que otros, pero bueno). Nos quedó chulísima.

Y al día siguiente, una menda madrugó para tener preparado un delicioso desayuno, a base de pepitos de crema y muffins de chocolate variados llenos de figuras fortnite bailarinas, además de unos barquillos con rayas rosas que estaban bien buenos, para cuando los churumbeles se levantaran. 


Todo muy poco sano, pero hizo que empezáramos el día de la mejor de las maneras, con sonrisas llenas de azúcar y chocolate.

Tras recoger el desayuno (y lavarnos los dientes a fondo), nos pusimos a revolver en los disfraces para hacernos nuestras skins personalizadas al gusto de cada uno. 

Iván y yo lo tuvimos claro desde el principio, pero Daniel necesitó unas tijeras y una camiseta vieja para darle el toque que quería. 

Quedamos muy guays, así que hicimos sesión de fotos antes de montar el parkour en el salón. 

Utilizamos sillas, el sofá y la mesa de comedor. Pusimos vasitos en las sillas para aumenta la dificultad e hicimos el recorrido unas cuantas veces para hacernos con él. 

Luego fuimos a buscar las pistolas láser y comenzó el juego de puntería. Uno tenía que llegar hasta la mesa de comedor mientras otro le disparaba y cuando llegaba se daba la vuelta y podía disparar a su agresor. 

Fue muy divertido. Aunque hubo algún rifi rafe porque el mayor tenía mucho morro y en cuanto podía se tapaba disimuladamente el sensor de impactos.

Para no acabar en batalla campal de verdad, cambiamos el registro a hacer el recorrido de diferentes maneras cada cual más difícil: llevando un globo a toques, esquivando cojines, sorteando respaldos de sillas...

Cuando se cansaron del parkour comenzó el tiempo de turnos de videojuegos... evidentemente, a Fortnite. 

Mientras tanto yo preparaba el juego de los peces. Ellos habían preparado unas piscipedias (cada uno la suya) sobre estos animalitos del juego, que si los pescas te dan diferentes poderes. 

En nuestro caso te podían dar más turno, o minutos de youtube, o actividad en familia, o elegir la peli de la cena cine, elegir que comer ese día... 

Y también metí peces troll (eso no se lo esperaban y fue una risa), en los que se leían mensajes como: Pon la mesa, obedece a la primera, recoge tu habitación...

Metí un papelito en cada globo, los inflé, les puse clips para poder pescarlos y construí las cañas de pescar. Ya sólo quedaba llenar la bañera, meterlos todos dentro y llamar a los churumbeles para que empezara la pesca. Les encantó el juego. Yo era la ladrona comerciante, también pescaba y luego podía intercambiar dependiendo del valor de cada uno.

Pactamos que todos teníamos que haber pescado al final el mismo número de peces y nos pusimos manos a la obra. Cuando vaciamos la bañera, procedimos a estallar nuestra pesca por turnos. Que risas cada vez que salí un pez troll. Y qué emoción con cada premio. 

Ahora los tienen todos guardados para ir intercambiándolos. Hasta los trolls, porque tiene que hacer lo que reza en el papel para quitárselos de encima. ¡¡A Daniel le salieron cinco!!! Por tener tan mala suerte le compensé con el mejor de todos, que me había salido a mí: una hora de lo que quieras. Pero se queda con los troll, esos no se los quita nadie.

La comida la hizo Raúl. Eso que me quité. El menú era un corderito al horno que estaba de lo más jugoso. nos chupamos los dedos. 

Y para finalizar una tarta bizcocho con muñecos de Fortnite en la que soplaron cada uno una vela con sus años reflejados. 

Nos la comimos acompañada de chupitos de drácula llenos de líquido rojo. No sé si es mucho Fortnite, pero a los peques les flipó. 


Sobre todo porque los vasos de chupito tienen forma de pipa y la noche anterior acabábamos de ver una película de Sherlock Holmes. 

No hay nada mejor para resolver misterios que fumar en una pipa con refresco de fresa jajaja.

Nada más terminar de comer, les dimos un regalos a cada uno, para que se notara aún más que era una fiesta de cumpleaños. 

Al peque muñecos de Fortnite (muy al hilo del tema) y al mayor el juego de mesa de Ataque a los Titanes, que le tenía obsesionado desde que lo descubrió en unas Ludo Ergo Sum (gracias Papi primerizo por el chivatazo. Te debo una muy grande). 

Momento de felicidad extrema del día, si es que son un par de materialistas...

Aproveché que tocaba de nuevo turno de videojuegos para echarme una siestita, que había que reponer fuerzas para lo que se nos venía esa tarde.


Y bien que hice porque en el concurso de bailes de Fortnite casi hecho las tripas. Pusimos un vídeo de youtube de esos que te van cambiando el baile cada pocos segundo y teníamos que imitarlos. Los había de todos los niveles: desde aplaudir calmadamente hasta el gusanito, el de break dance, pasando por el de flamenco, rock o victoria naranja... No sé ni cuantos hicimos, pero al rato suplicaba que se acabar el concurso para no morir. Ganó Iván, porque, para ser sinceros, el más peque y yo fuimos los únicos que nos lo curramos hasta la extenuación. El resto de la familia hacía el paripé de vez en cuando y en cuanto no miraba adoptaban posición estática.

Para hacer la cosa más relajada pasamos al bingo. Como a los peques se les escapaban algunas y casi siempre ganaba yo me acusaron de tongo. ¡Pues haber tenido más agudeza visual! ¡Amos hombre! Total, ganadora imbatible: Yo.

Entonces sacamos la merienda con donuts morados y azules de llama llenos de estrellitas de azúcar (es que no pude resistirme, eran demasiado Fortnite), saladitos y palomitas de maíz de colorinchis. 

Todo regado con pociones de color azul y roja, que los peques llamaban escudos. El que haya jugado lo entenderá. Yo no.

Mientras nos poníamos las botas, Iván nos dirigía la segunda partida de rol basada en Naruto. Ésta vez nuestros enemigos contaban con habilidades especiales como hacer salir pinchos de las paredes, mover muros, o crear ráfagas de fuego, que nos lo pusieron muy difícil; pero al final logramos descubrir que la estatua es para conseguir un poder inimaginable y que hay un clan que pretende asesinarnos y robárnosla. Estuvimos todos a punto de morir, incluso la marioneta de Raúl llegó a palmarla (aunque reaparecerá en la próxima partida, tranquilos), pero acabamos ganando por los pelos. 

La partida se alargó muchísimo, así que (como habíamos comido poco #modoironiaon) preparé los perritos calientes y comenzó la partida improvisada de Daniel inspirada en el punto pokemon, en la que cada personaje tenía unos poderes y habilidades y teníamos que lucha con otros pokemon. El sistema estaba demasiado basado en pasa lo que a Daniel le sale de las narices, pero nos echamos unas buenas risas y nos divertimos, que es lo importante.

Dio justo para acabar de cenar, con lo que recogimos todo de la mesa, la limpiamos y desplegamos el juego de mesa Attack of Titan. La última batalla. Daniel, eligió ser uno de los titanes y nosotros elegimos a nuestros héroes para luchar de forma colaborativa contra el malo malísimo, que además era antropógfago y se quería comer a los ciudadanos. Lo pasamos genial y encima fue un final muy emocionante. Ganó el titán por muy poco. Tuvimos un error por no fijarnos y lo aprovechó Daniel con todas las consecuencias justo en el turno en el que íbamos de cabeza a hacerle matarile. Es un juego en que hay que tener en cuenta muchísimas cosas y te pueden curtir por muchos sitios. Nos gustó mucho.


De hecho, los peques estaban decididos a jugar otra partida siendo titán Iván, pero los padres nos plantamos seriamente. Ya eran las mil de la noche y la fiesta había durado todo el día. ¡Hora de dormir!








4 comentarios:

  1. No sé si sois más niños los padrds que los hijos. Un beso

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  2. Que cara de felicidad tienen los peques!! Y no me extraña, es el mejor cumpleaños del mundo!!!😀😀👏👏👏👏
    PD vaya cosas más raras pusiste de comer😅😘

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    Respuestas
    1. Hubo de todo jajaaja, de todo. Hasta enfados maximus. Pero en general lo pasamos muy bien :D

      Yo es que fui al super y compré todo lo que me sugiriera fortnite jajajajaja

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