sábado, 3 de agosto de 2013

Un robot improvisado

El primer día de vacaciones los peques disfrutaron de su abuela Chari. Ésta los llevó a a su piscina y me aseguró, cuando fui a buscarles, que les había cansado muchísimo. Mientras hablábamos, Iván se echaba una estupenda siesta y Daniel saltaba por lo sofás. Tuvimos que reñir al mayor un millón de veces y amenazarle con una o otra cosa para que dejara de portarse tan mal.

Salí de casa de mi suegra con dos peques muy activos. Una vez en el hogar parecía que les habían puesto pilas alcalinas. Mareada y ya desesperada llegué a la conclusión de que necesitábamos urgentemente una actividad dirigida. ¡La que fuera! Me devanaba los sesos, pero no se me ocurría nada. Cómo se nota que ya no tengo tanto tiempo para navegar en busca de ideas brillantes.

Cuando los niños comenzaban a "subirse por las paredes" se me encendió una bombillita. En una tienda vi un pack con instrucciones para construir tu propio robot reciclando envases y en ese momentó pasó por mi mente que eso podía hacerlo yo un día sin tener que comprar el carísimo paquete. Pues ese era el día. Daba igual que no hubiera tenido tiempo de planear cómo hacerlo, ni qué materiales usar... Era ideal para mantener su atención.

"¡Vamos a hacer un robot!" Exclamé entusiasmada. Al segundo los tenía en mi falda. Atraqué mi papelera para reciclar, limpié los materiales, me avituallé con los instrumentos de papelería que pensé que me harían falta (pegamento, tijeras, papel, unas cosas redondas que sirven para unir cosas sin pegarlas y con posibilidad de movimiento...)... Y nos pusimos a ello. Con dos pillos por medio con ganas de tocarlo todo (Incluso comérselo, en el caso de Iván) tenía que tener mil ojos y doscientos millones de manos. Las dificultades se multiplican por mil.

Para el cuerpo usé una botella de leche de plástico. Sudé la gota gorda para hacer agujeros y cortarla a mi gusto. ¡Era durísima!. Para los pies cartulina y rollos de papel higiénicos gastados. La cabeza iba a hacerla con papel de aluminio, pero, por casualidades de la vida no quedaba, así que un vaso de plástico me pareció una opción excelente. Los brazos los salvamos con los maravillosos churritos de Guille. Incluso le encasqueté un sombrero muy estiloso hecho con un envase de papel para las magdalenas. Al final hubo que añadirle una cola (con otro rollo de papel higiénico) porque nuestra creación se mantenía en pié de una forma muy precaria.

El mejor momento fue cuando los chiquillos se armaron de fluorescentes y le dieron el toque final pintándolo. Nos quedó una cutrez, pero los peques estaban enamorados de su nuevo juguete porque lo habían hecho ellos. A lo tonto había llegado el momento de los baños. Me llevé al bebé a la bañera y dejé al mayor jugando con su robot.

Milagrosamente los dos estuvieron entretenidos muchísimo tiempo, cada uno a lo suyo. El Robot ha dado para mucho. Daniel se inventa unas historias increíbles con él. Me encanta que tenga tanta imaginación.

8 comentarios:

  1. Me encanta la inventiva que tienes. A mí no se me ocurriría nada... Un besote!!!

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    1. Seguro que sí. Yo tampoco pensé que se me ocurrirían estas cosas antes de ser madre :D

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  2. Ahh me encanta lo imaginativa que eres, aunque sea que lo vieras en otro lugar, siempre mantienes entretenido a tus pequeñines y eso me encanta, se nota que eres una super mamá!!

    muchos besitos

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    1. Muchas gracias. Tu sí que eres una super mamá. Y quien no se lo crea que visite tu blog :D

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  3. Son increíbles, cuando les compras juguetes super caros ni caso, pero cuando colaboran para hacerlos... eso ya es otra historia. Hace un par de veranos mis hijos se pasaron las tardes dentro de la caja de la lona de la piscina, que se había convertido en una casita. Ni sé cómo no murieron achicharrados, que estaban allí los dos, con su primo, apiñados desde las tres de la tarde en el patio de la abuela.

    No veas cómo lloraban los pequeños cuando mi madre la tiró, porque estaba destrozada!!

    Besotes

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    1. Es que de pequeños parece que no les duele nada y que la climatología no les afecta como a nosotros. Es increíble. Y sí. Tanto gastar en juguetes y luego cualquier cosa les vale para jugar. Pero a mí eso de que tengan tanta imaginación me encanta :D

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  4. Que chulo no??? me encanta la idea, seguro que a los peques les encantó tener su robot hecho por ellos mismos.

    Buena idea ;)

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    1. Sobre todo al mayor, que no para de inventar aventuras robóticas jajaja

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